El Diablo entre las Piernas - Arturo Ripstein (2019)

El diablo entre las piernas está en cartelera. Esta larga película mexicana filmada en blanco y negro con diálogos pausados es una maldita pesadilla. Un par de viejos que se mantienen juntos por costumbre o por necesidad, habitan una vieja casona. Los protagonistas, Silvia Pasquel y Alejandro Suárez, se agraden verbalmente de manera continua porque sufren una profunda desconfianza. Para terminarla de joder, la muchacha del aseo les da cuerda. El viejo se da sus escapadas para ver a la amante, pero tampoco con ella es feliz y la amante tampoco está satisfecha con la relación. La vieja busca otra pareja sexual, pero no tiene mucha suerte. Lo que se muestra es que viejos, gordos, feos y jodidos conservan las ganas de intercambiar fluidos. Ambos quisieran tener una vida sexual satisfactoria y se interponen en su camino mares de nocivos pensamientos, la edad y la agonía. Este par de viejos se muere muy lentamente y quisieran matarse, pero no tienen la energía para hacerlo y no sabrían que hacer sin el otro. 

La película no es para pasar un buen rato es para recordarte que si no cuidas tu relación vas a terminar igual de ponzoñoso, pendejo y fracasado que este par de humanos que alguna vez se quisieron.

Deberíamos morir al cumplir los 50, pero todavía hay viejos que después de los setenta van a vacunarse contra el COVID. Si tuviéramos fecha de caducidad, perderíamos menos el tiempo y cuidaríamos nuestras emociones. Pero el cuerpo se mantiene vivo mucho tiempo después de que la mente comienza a envenenarse.

Evidentemente no todo el mundo es como esta pareja. Hay personas que se mantienen productivas y con buen ánimo hasta los cien años. Pero no saber cuánto nos queda de vida, es una maldición. La pandemia mostró con brutal claridad que los humanos quieren mantenerse vivos aunque su vida sea miserable. 

Deberíamos vivir menos, pero vivir bien, vivir con ganas. Aprovechar cada pinche minuto y no desperdiciarlo jodiendo a otros. Continuamente cito la frase de Jorge Reyes: Estoy tan acostumbrado a estar vivo, que ni cuenta me di cuando me volví zopilote. Estos viejos pasaron por eso y ahora son peor que zopilotes, pero no se mueren y no dejan de joder. (Ab.)