Leaving Las Vegas - Mike Figgis (1995)


No es lo mismo ver este filme a los veintitantos, que cerca de los cincuenta. Recuerdo haber salido del cine fascinado por la música y haber comprado el soundtrack. Quizá este filme fue el causante de mi ligera afición por el jazz. La historia no me pareció la gran cosa porque mi vida hasta ese momento había sido básicamente escolar. Seguramente ya me habían roto el corazón un par de veces pero nunca me había sentido realmente solo. Vi la cinta en otras ocasiones sin poner mucha atención, casi sólo por escuchar por la música. No pensaba en la trama. Me parecía divertido, también interesante, cuánto alcohol puede soportar un hombre antes de morir. Ahora entiendo otras cosas. La película es realmente nihilista. Puestos a darle sentido a una vida, ese sentido puede consistir en beber hasta morir y es casi exactamente igual que ir a la guerra o ser piloto de carreras. 

El filme está bien armado. Ben decide dejar atrás el mundo y por eso vende todo lo que tiene para poder gastarlo. Si supiéra qué día voy a morir haría lo mismo. No dejar nada. Ben tiene disciplina, decide beber hasta morir y lo hace. Sin embargo, en el proceso encuentra una relación peculiar con Sera. No se trata de la relación ortodoxa en que ambos se cuidan y se juran amarse y protegerse hasta que la muerte los separe. Hermosa ironía. Ella es prostituta y Ben lo entiende. Ben es alcohólico y  Sera lo entiende. Ambos se usan, pero el pacto sirve a ambas partes.


Lo bonito de esta historia de amor es que parte de los supuestos básicos para que el amor pueda existir: 1) no debe durar mucho tiempo; 2) el dinero no debe ser un tema; y 3) el romance debe provocar resistencia del entorno. Así que Ben tiene a alguien que lo cuida desinteresadamente y le anima en sus últimos días y Sera valida su autoestima por estar con alguien más jodido que le brinda la oportunidad de ser generosa y protectora.

La cinta tiene algunas líneas memorables, por ejemplo: Quizá no debería respirar tanto (un grito de festejo cierra la frase) o ¿eres deseable, eres irresistible? Quizá si bebes Bourbon conmigo ayudaría. El rechazo social latente que se manifiesta cada tanto es justificado y hermoso. La gente piensa que no tiene que dar explicaciones, Ben y Sera están conscientes de la amenaza que representan y aceptan el golpe sin resistencia.


Toda historia de amor verdadero pasa por los cuernos y resulta extraño que en esta relación pueda existir tal cosa. Es una especie de lujo, un contrasentido calculado con astucia. Se supone que el sexo no es un tema, Ben está casi incapacitado y es un caballero. Sin embargo... Nada importa. Algo semejante entre en juego en la secuencia del bar en que una desconocida coquetea para provocar a su macho y Ben acepta  ser el costal de práctica. No hay tema, no podría haber sexo, pero los humanos somos changos llenos de instintos y no analizamos.


Creo que Elisabeth y Nicolas se gustaron. No imagino hacer esas escenas sin sentir algo. Lamer sangre falsa del rostro de otra persona requiere cierta química. Nicolás es un héroe. Elisabeth una guerrera. Y verla la cinta es una especie de liberación, es un modo de romper límites sin romperlos. Una especie de celebración del "me vale madres". ¡Guácala, qué rico! Este es el ejemplo perfecto del Romeo y Julieta post apocalíptico.


Elisabeth Shue venía de hacer Karate Kid (1984), Cocktail (1988) y las de Volver al futuro 2 y 3 (1989 y 1990), lucía en plena forma, muy fuerte y joven. Nicolás (cara de perrito) Cage y había hecho Educando a Arizona (1987), Salvaje de Corazón (1990) y Honeymoon in Vegas (1992). Ya estaba un poco calvo pero todavía era consentido de Hollywood. Sting era una super estrella. Hoy Nicolas se cuela en una serie de leperadas en Netflix y Elisabeth hizo un par de capítulos para Cobra Kai. Mientras, sigo esperando que la Ingeniero Claudia Meléndez decida hacer el Tronco Común sobre este filme. (Ab.)


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Comentarios

  1. Yu llegué a esa película por el soundtrack.... La canción de Sting es una delicia... Después ví la película... Algo alejada de lo que yo vivía a mis veinte... Vale la pena volverla a ver con otros veinte años de experiencias (y una que otra decepción...)

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