Tout le monde debout - Franck Dubosc (2018)

Como parte del tour de cine francés llega Rodando hacia ti, una divertida comedia llena de clichés pero bien armada que seguramente te hará reír. El personaje principal, Jocelyn, es un cincuentón descarado que recurre a todo tipo de mentiras y verdades para lograr una noche de sexo con la mujer que se le ponga delante. Lo que más llamó mi atención es el desenfado con que se presentan situaciones que son consideradas incorrecciones políticas. Creo que éste es el gran acierto de la película. No respeta ninguna estrechez mental y nos muestra que los hombres utilizan su posición socioeconómica para meterse en los pantalones de las mujeres y las mujeres responden mejor a alguien con buen nivel de vida. Además nos muestra a Florence, una mujer en silla de ruedas que no espera un príncipe azul lleno de virtudes y que está dispuesta a enamorarse del tipo miedoso y fanfarrón que la corteja. El filme utiliza el cliché de la secretaria enamorada del jefe de modo maravilloso. El  principio de no meterse con la nómina es el único que respeta el protagonista y ese acto de respeto es el único que le ocasiona un reproche. 

El adinerado chavorruco se topa con una mujer que lo asume discapacitado y él no la saca del error porque cree que ese será el modo en que tendrá oportunidad de acostarse con ella. Evidentemente el personaje llevará muy lejos su mentira y se verá atrapado por ella.

La película falla en un punto, Jocelyn se enamora de Florence y no queda bien claro qué le enamora de ella, se enamora quizá por que puede o porque no hay nadie mejor alrededor que lo soporte. Pero no resulta verosímil que se enamore, cuando a ratos parece que el verdadero amor de Jocelyn, es su amigo y médico Max, interpretado por Gérard Darmon. 

Nuestro héroe es un cobarde que será rescatado del abismo de su vacío existencial por una mujer dispuesta a todo con tal de tener compañía. ¿Con quién te identificas? Todos jugamos este juego, aunque en la cinta nunca queda claro que ve ella en él o él en ella.

Quizá la verdad es demasiado dura para mirarla a la cara y es más fácil ocultar que nos falta valor para mostrarnos sin máscaras. Hacer eso implica destruir la imagen que tenemos de nosotros mismos, por ello preferimos mentir y que nos mientan. Me divertí, me reí y creo que vale la pena. Vayan a verla. (Ab.)