This Must Be the Place - Paolo Sorrentino (2011)
Esta película es tan buena que me hizo llorar de felicidad. Los filmes Youth (2015) y La grande bellezza (2013) de Paolo Sorrentino tienen un aire especial que comparten con esta cinta. La filosofía se cuela en los diálogos, el sentido de la vida queda insinuado en las imágenes, la esencia de la vida se transforma en un abrazo cálido que nos reconforta. Los tres filmes están llenos de magia y poesía. En este caso, esa sensación es más parecida a una dulcísima tristeza que es posible confundir con la felicidad, la plenitud, o quizá incluso el perdón. No te prejuicies. No la vas a pasar mal; por el contrario, el final dibujará una sonrisa en tu rostro.
El músico deprimido Cheyenne, imagen en espejo de Robert Smith del grupo The Cure, es entrañable. Sean Penn desaparece para que nos enamoremos del frágil artista, lleno de violencia, que busca un nuevo camino. Esta sola actuación vale la película.
This must be the place es también el título de una canción de los Talking Heads y la letra de esa rola es un espejo de la búsqueda de Cheyenne. David Byrne, cuya música ambienta la película, es amigo del protagonista. Su amistad resulta dolorosa por razones torcidas. La búsqueda de la identidad tiene raíces en un pasado lleno de silencios que está a punto de estallar.
Aun más complicado que perdonar a otros, es perdonarse a uno mismo. Reconciliarnos con nuestros actos requiere de una madurez especial. El viaje de autodescubrimiento es el más rudo de todos.
El personaje de Mr. Penn establece relaciones que emanan intimidad. Cada vez que trata con otro personaje lo hace con verdadera intención y, si bien quedan cabos sueltos, da la impresión de que el contacto con Cheyenne es curativo. Este filme no es fácil de conseguir, pero vale la pena. Por favor búsquenlo, está lleno de humor y música. (Ab.)
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