Enola Holmes - Harry Bradbeer (2020)

“Una salvaje sin educación, mal vestida y sin modales.”

–Mycroft Holmes.

Enola Holmes es una película protagonizada por Millie Bobby Brown, que cuenta la historia de la hija menor de la familia Holmes, una joven criada por su madre Eudoria (Helena Bonham Carter) que desaparece sin dejar nada más que un extraño regalo y un misterio que, en teoría, sólo Enola podrá resolver. 

Sherlock Holmes es icónico y cualquier película o programa que lleve su nombre llama la atención de inmediato. Pero al ser tan popular, esas películas o programas cargan con la obligación de entregarnos un personaje inteligente y deductivo, alguien que se enfrente a un misterio que, de no ser por las pequeñas pistas a las que únicamente Holmes le da importancia, no hubiera podido resolverse. Sherlock Holmes (2009) y Elementary (2012) lo hicieron; Enola Holmes, no.

Su “misterio” de la madre, se olvida y se resuelve de la forma más chafa e insatisfactoria que he visto en mucho tiempo. Y lo peor es que la participación de Enola para esa solución es mínima. Ella sólo envía un mensaje y espera a ver qué pasa. 

El misterio principal es un chiste, uno de los malos, pero ningún chiste ha sido tan mal contado, tan irritante o tan metido a la fuerza, como nuestra protagonista. 

Enola Holmes se pasa los primeros minutos de la película diciendo todo lo que sabe gracias a que su madre la educa. Ha leído mucho, es experta en tiro con arco, astronomía y hasta apicultura, pero todo eso nunca le sirve de nada. No es que ve un tipo específico de abeja muerta y dice: “Ey, estas no están naturalmente aquí, alguien la trajo, alguien que pasó por x parque”, o que debe entregar un mensaje a alguien lejano y decide atarlo a una flecha improvisada (me odio por pensar esto, no saben cuánto). Pero no. Las habilidades de Enola se limitan a su súper fuerza, de otro modo no me explico cómo pudo ganarle a un hombre el doble de su talla, respirar bajo el agua y, por supuesto, teletransportarse. Es decir, qué chica de dieciséis años no se puede teletransportar de una cesta tejida al auto de la directora. Tal vez sólo yo.

Enola es capaz por estas cosas extraordinarias que nadie más  puede hacer, porque es la protagonista. No es inteligente, no es ingeniosa y no es constante. Por ejemplo, se nos intenta decir que es alguien rebelde que escapó para encontrar a su madre y al mismo tiempo para no convertirse en una señorita de sociedad como quiere su tutor legal Mycroft (Sam Claflin). Debido a la educación que ha recibido, entiendo que esa vida no la emocione; pero no podemos linchar a Mycroft por creer que una mujer debe casarse para poder sobrevivir, y que para hacerlo debe ser una mujer respetable, es decir, requiere saber cocinar, bordar, vestirte apropiadamente y hasta reír de cierta forma. Mycroft sólo quiere proteger a su hermana, un pensamiento lógico para 1900, pero que en esta película quieren pintar como lo peor del mundo, como si Mycroft fuera el malo o hasta un monstruo, nada más alejado de la verdad. 

Regresando a su rebeldía, característica propia de Enola al comienzo, desaparece cuando se encuentra con sus hermanos. De la nada, permite que Mycroft la lleve a la escuela, llora porque le grita (en lugar de enojarse o mostrarse digna) y sólo hace travesuras tontas en lugar de intentar escapar o hablar con las otras chicas para que entiendan que hay más en el mundo que pararse derecha. Perdón, Enola, pero eso de quedarte parada en el pasillo no me parece especialmente rebelde.

Entre los otros personajes, Sherlock (Henry Cavill) logra destacar y demuestra, en las pocas escenas que le dieron, porqué Sir Arthur Conan Doyle dio vida a él y no a su hermana que todo lo puede. Como dije, la película olvida el misterio de la madre. Sabe que no puede funcionar sin uno y por eso trae otro enredo que Sherlock resuelve sin estar personalmente involucrado. Una gran hazaña que la película quiere tapar con: “lástima, tu hermana lo resolvió cinco minutos antes, así que ella es más chida, con permiso”. Pero la misma película olvida que Enola tampoco lo resolvió, la respuesta se reveló sola, ella no hizo nada por este misterio, al menos en el de su madre se rompe tantito la cabeza en encriptar un mensaje, aquí… ¿pelea?

Y hablando de la madre, wow, debe estar entre las peores madres del cine. Sí, le enseña a luchar y ciencia y que puede elegir su destino, pero nada sobre el mundo real. Eudoria mantuvo a su princesa en una burbuja y después se la explotó en la cara. Si no se hubiera ido porque el guión necesitaba una excusa de misterio, me preguntó cuál era su plan. ¿Dejarla aislada en la casa toda su vida? ¿Esperaba que el mundo cambiara a favor de las mujeres para dejarla salir y que pudiera trabajar y valerse por sí misma? Por suerte decide irse y deja a Enola a la deriva. No, peor. Le hace creer que algo terrible pudo pasarle. ¿Por qué no le dejó el dinero en la mesa con una nota que dijera: “Me voy unos meses, con esto podrás sobrevivir hasta entonces, te quiero”? Ah, porque entonces no habría película. 

El último personaje que involucran es Lord Tewksbury (Louis Partridge), un joven interesado en las flores que también escapa y por casualidad se topa con Enola. Imagino que el chiste de Tewksbury era ser un motivante e interés romántico, pero al final prueba que puede ser más ingenioso que la misma heroína, dejándola peor parada de lo que ya estaba.

Así que, ¿qué más puede arruinar Enola Holmes? Resulta que dos cosas: sus diálogos y romper la cuarta pared. 

Este recurso de hablar a la cámara puede ser muy gracioso, así lo probaron Deadpool (2016) y Las Locuras del Emperador (2000), pero aquí se abusa. En la primera mitad de la película, Enola se dedica a explicar datos inútiles, como que su nombre al revés es “alone”, y pregunta nuestra opinión sobre lo que debería hacer al puro estilo de Dora la Exploradora. Enola, por Dios, yo no estoy ahí, deja de verme y concéntrate en lo que haces. Por suerte en la segunda mitad este “estilo” que querían darle al filme se olvida un poco y llega a sentirse mejoría en el ritmo y ella se vuelve tratable, pero todo lo demás se queda igual. 

En cuanto a sus diálogos, se dividen en dos, explicación inútil o feminismo. Hay una escena en que hablando a la cámara, Enola dice lo efectivo que es el disfraz de viuda, y menos de cinco minutos después se quita esa ropa porque resulta que no era tan efectiva. Y del lado feminista, tenemos una charla entre Sherlock y la Srta. Grayston, en la que ella le reprocha que no sabe lo que es no tener poder y que no le interesa la política porque no le interesa cambiar un mundo que le queda cómodo. A ver, estoy de acuerdo con la Srta. Grayston, pero por qué tuvo que decirlo en esta película y no otra enfocada en el tema. A Enola Holmes no le interesa mostrar la lucha feminista, sólo mencionarla en diálogos que no llevan a nada. Si Enola al final se hubiera interesado en la política o incluso entrado a la cámara esa como pago por “resolver” (entre comillas gigantes) el segundo caso, entendería más esta parte, estos diálogos. ¡Sorpresa! El feminismo vende así que hay que usarlo aunque se haga increíblemente mal. Mencionan que el corsé es un símbolo de opresión, mientras éste salva la vida de Enola. ¿No hubiera sido mejor que probaran que es inútil porque dificulta el combate? Con Mycroft remarcan lo malo que es por ser hombre, al mismo tiempo que Enola confía ciegamente en una mujer que termina por traicionarla. Según yo, eso de creer que una mujer es buena por ser mujer, también es machista. Y claro, todos miran a la maldita maestra que reprende a sus alumnas, nadie escucha que le dice a Enola que sólo quiere prepararlas para el mundo real y ella jamás la abandonaría. 

Enola Holmes es un patético intento de detective, feminismo y película. (Scarlet Oliva)

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