Rope - Alfred Hitchcock (1948)
LA SOGA, en Max, es una buena obra de teatro puesta en pantalla de modo artificioso. Es decir, en este caso el avance (trailer) muestra información que complementa la historia. No es necesario verlo para disfrutar la película pero le brinda cierto romanticismo. La cinta es sobre un par de jóvenes universitarios, Brandon y Phillip, que por el puro placer de matar, asesinan a su amigo David. El director muestra su destreza disimulando algunos cortes a espaldas de los personajes para dar la impresión de que no existen. Con ello y con la incesante conversación se da la impresión de que todo sucede en tiempo real, pero ninguna fiesta dura tan poco. La obra de teatro original es de Patrick Hamilton con base en la noticia del asesinato del adolescente Bobby Franks en 1924. Pero dado que los libros van y vienen del comedor a la sala, me gusta pensar que el relato se inspiró en "Del asesinato considerado como una de las bellas artes" de Thomas De Quincey y en la filosofía de Nietzsche. Aunque el atractivo de la historia no está en justificar el asesinato como un acto benéfico, la gracia radica en el descaro de hacer una fiesta en la que se invita a los padres y la novia de la víctima. Hitchcock juega con la mente del espectador y resulta imposible no sentir la tensión al saber que el cadáver está en la habitación mientras todos preguntan por él.
James Stewart es tan odioso aquí como en Rear Window (1954) y Joan Chandler no es tan bella como Grace Kelly, pero la cinta es más ágil y más emocional. Curiosamente la doméstica, Miss Wilson, es también pieza importante en esta cinta, aunque en este caso no es tan lista.
Es inevitable sentirse observado, ahora es peor, hay cámaras en todas partes. Pero desde siempre la mirada del otro siempre ha sido un elemento importante. Para Brandon es un placer hacer algo sin ser descubierto, pero sin ocultarse. Necesita mostrarse, necesita demostrar que es superior y puede salirse con la suya. Quiere apretar el nudo de las circunstancias, para que nunca se le considere sospechoso. En contraste, Phillip no puede con el peso de la mirada ajena.
El asesinato perfecto existe, pero no puede ser ejecutado por cualquiera y siempre tendrá motivación. Obviamente matar por venganza, dinero o poder es más vulgar que hacerlo por el puro placer. Pero en plan de no dejar pistas me parece mejor la teoría de Strangers on a Train (Pacto siniestro) de 1951. Me preguntó si el FBI alguna vez investigó a Hitchtcock. (Ab.)
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