Historias violentas - Daniel González Dueñas, Víctor Saca, Diego López Rivera, Carlos García Agráz y Gerardo Pardo (1985)
Este filme, disponible en Claro Video, está compuesto por 5 cortos. Aunque cada uno tiene su propio tema, todos tiene una atmósfera entre pesada y misteriosa que desmenuza la identidad mexicana. Se parecen a los episodios de la serie LA DIMENSIÓN DESCONOCIDA (The Twilight Zone), pero más conectados a las impulsos oscuros que a lo sobrenatural. El primero, Servicio a la carta, es sobre una enemistad entre vecinos que se manifiesta de modo extraño y tiene cierto grado de ingenuidad que raya en la cobardía. Fuego Nuevo es un poco más violento, una mala broma repetida varias veces, lo que hoy llaman bullying, que finalmente destapa la rabia de un hombre acomplejado (Enrique Rocha) incapaz de controlar sus emociones, pero no está manco. Reflejos es sobre un hombre mayor con dinero (Pedro Armendáriz Jr.) que, en su departamento, intenta seducir a una joven (Alma Muriel) y ve interrumpidos sus planes por la aparición de un OVNI. Última función es sobre los asistentes a la función de media noche que se convierten en víctimas de una limpieza social, de esas que nunca se realizaron en el México de los '70. Por último, Noche de Paz es sobre la facilidad con que una comunidad de gente "bien" se transforma en una horda al ver perturbado su descanso nocturno.
El elenco está lleno de estrellas mexicanas de modo que resulta un placer reconocer sus rostros. Aunque creo que ninguno se salvo de pasar por la telenovelas. Los cortos tienen cierto sabor teatral que se siente muy clásico. Si los creadores de hoy ven esta obra tan superior a sus bodrios, se tragan la lengua y dejan de respirar.
Aunque aparece un Bichir, los cortos no son para hacerte reír. Tienen la intención de obligarte a pensar y no te sermonean. No hay corrección política, son historias que invitan a reconocer esos demonios que todos llevamos dentro. Recuerdo que hace años se decía que "todos los mexicanos llevamos un priísta dentro". El dicho subrayaba el comportamiento prepotente de cualquier mexicano que se trepa en un tabique.
Recientemente, en el SAT de Xochimilco, pude observar ese comportamiento. En la puerta, tengas o no cita, te detienen dos o tres empleados. La misión de estos invaluables servidores es no permitirte el paso hasta que resten 5 minutos para la hora de tu cita o impedirte el paso si llegaste 10 segundos tarde. Adentro harás otras dos filas al menos y te atenderán con media hora de retraso si tienes suerte. La prepotencia de los empleados encargados de dosificar el ingreso y que no ayudan a calcular tus impuestos, es tan grande que ni los del aeropuerto han soñado con ella.
Pero en los cortos, no sólo se critica la parte violenta, también se señala la incapacidad de reacción. 7 individuos pueden someter a treinta sin soltar un golpe. El respeto ciego a la autoridad, por mínima que sea y aunque actúe fuera de toda norma, duele más que el abuso. Los mexicanos padecemos de cierto borreguismo crónico que nos llevará a la extinción. Allí está el presidente violando la división de poderes todos los días, desmantelando instituciones, regalando recursos a dictadores y somos incapaces de una reacción organizada. Peor aún, muchos aunque no sean cómplices, te piden silencio. (Ab.)
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