Im Westen nichts Neues - Edward Berger (2022)


SIN NOVEDAD EN EL FRENTE, disponible en Netflix, es pura belleza. Las película de guerra no son mis favoritas; sin embargo, ésta me pareció maravillosa. Hay algo en la fotografía que termina convenciendo. La música y los efectos de sonido se sienten frescos y simples, extraordinarios. El color y el diseño de los uniformes hacen que parezcan de calidad. No es ropa desechable. Dan ganas de tener un abrigo verde. Además, la crueldad de algunas muertes es simplemente bella. Aunque a ratos recuerda VEN Y MIRA (1985), hay un detalle que la hace distinta de otras. En la mayoría de las cintas, los soldados  avanzan por el territorio, van del punto A al punto B superando obstáculos o eso intentan. En ésta casi no se mueven, de modo que es posible reconocer los lugares. Pensé que era un error, pero al final se aclara que la primera Guerra Mundial fue un combate de trincheras y que las acciones se daban en una franja de 100 metros. Sin novedad en el frente se siente real. La desesperanza y el sinsentido son concretos. Por eso se vive en el mismo paisaje, con la misma rutina y con la misma ropa de los que murieron antes. La cinta inicia en batalla, para mostrar el ciclo de vida de los uniformes. 

La cinta emociona hasta en el discurso repetido mil veces. Si no fuera por la experiencia, cualquiera correría convencido de que sus actos pueden salvar al país. La escena más cruel de la cinta es la más dulce. Un soldado alemán tiene el mejor día de su vida con una campesina francesa. ¿Cuál patria? 

Los soldados roban gansos y huevos franceses para comer. Son vecinos, malos vecinos, pero los soldados saben que hacen mal y no entra a matar, jamás usan sus armas, roban  como roba el que tiene hambre. ¿Cuál patria?

Otro soldado alemán recorta un poster que parece hecho por Henri de Toulouse-Lautrec. Ese poster es un recuerdo de un buen día y perdurará. Los lideres saben que envían a sus soldados a morir y no piensan en ceder. En otra escena, un soldado alemán apuñala en el pecho varias veces a un soldado francés. Se aparta muerto de miedo y tras unos segundos intenta salvarle la vida, falla y al verlo muerto le hace cariñosas promesas al antes enemigo. ¿Cuál patria?

El grupo de amigos que se enlista emocionado al comienzo, se desintegra. Pronto son soldados sin futuro. Esperan a nuevos reclutas, esperan volver a casa. La única recompensa es comida fresca y hasta las ratas huyen cuando los tanques hacen temblar la tierra. ¿Cuál patria?

A pesar de todo, los soldados cumplen su deber: pelean. Pelean con diferentes máscaras de tierra y lodo. No saben para qué, pero eso no los hace tibios ni indecisos. Pelean por una promesa que jamás verán cumplida. El ciclo se repite, en la guerra o en la paz, no se detiene. Llegara un joven que hará lo mismo que otro hizo, quizá también tenga suerte y dedique el día a recoger las placas de identificación de los muertos. Sísifo empuja una vez más la roca hasta la cima y la roca vuelve a caer. (Ab.)

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