I Used to Be Famous - Eddie Sternberg (2022)


YO ERA FAMOSO es dulce y conmovedora. Un músico olvidado, desechado por la industria de las bandas de muchachitos, sigue buscando el camino de vuelta al éxito. Tendrá que purgar su pasado para recuperar el dolor y un golpe de suerte, en el cuerpo de un adolescente autista, le mostrará el camino. Es una comedia de pareja dispareja que sabe incluir el arte como forma de terapia. Dicen que la realidad es un maestro y que si no aprendes a la primera te repetirá la lección tantas veces como sea necesario. Esta cinta es grata y satisfactoriamente heterosexual. Es decir, aunque puedes quedarte sólo con la amistad entre un adulto y un joven que se complementan y ayudan; también puedes descubrir el triángulo del músico padre ausente y la bailarina madre sobreprotectora que sirven de base para que el talento del hijo florezca. De hecho, el talento del hijo florece cuando aparece el padre putativo, disfrazado de hermano y colega, para retar y mover la energía femenina.

Vista así, la cinta es una oda a la biología. La energía masculina complementa a la femenina para generar. El padre ausente resulta una figura pesada que se expresa como autosabotaje pero que será superada. A la vez, el director del estudio de grabación es esa figura paterna tradicional y restrictiva que resulta necesario matar, figurativamente, para poder ser.

Las críticas a la industria musical de hoy son evidentes pero sólo sirven de contexto. Los músicos protagonistas son de la vieja escuela, por eso deben soportar el rechazo una y otra vez, caminar por los bares mientras reciben los golpes de la vida que, para variar, no son metafóricos. 

Si algo se disfruta en esta cinta es que se toma tiempo suficiente para los procesos. Nada se da por arte de magia, nada pasa sin esfuerzo y sin dudas. Que el arte sea una terapia, no significa que será siempre placentero.

"Las cosas cambian" es una frase que se repite en la cinta. El éxito nunca está garantizado, nunca se tiene la vida resuelta, lo bueno y lo malo suceden. Aceptar la incertidumbre, sanar las heridas y aprender a surfear en la realidad son tres caras de la misma moneda. No existen objetos bidimensionales.

La suma de buenas actuaciones, números musicales alegres y fotografía descriptiva, parece una receta simple. Las buenas ideas salpican toda la cinta: Todos son maestros cuando quieres aprender; éste es tu momento; ayudar a otro es ayudarse a uno mismo; toda colaboración verdadera implica crecimiento. No me canso de decir que las mejores películas son aquellas que se parecen hechas sin esfuerzo. Esta cinta corre como el agua y te deja un muy grato sabor de boca. La encuentras en Netflix. (Ab.)

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