Simón del Desierto - Luis Buñuel (1965)
Dicen que esta cinta de apenas 40 minutos debía ser sólo una parte de la trilogía que se pensaba hacer con otros dos directores, Fellini y Jules Dassin. Silvia Pinal quiso ser la protagonista de los tres fragmentos y los otros directores querían a sus esposas como actrices, eso provocó que sólo filmara Buñuel. El filme está inspirado en Simeón el estilita, mejor conocido como San Simón, un anacoreta que vivía en una columna entregado a la contemplación y la penitencia. ¿Porque resulta interesante esta vida de un santo? Buñuel pinta a este hombre como un loco arrogante que se siente superior a todos y lo demuestra viviendo en una plataforma sobre una columna (físicamente por encima del pueblo) aunque se alimenta de lo que otros producen y le regalan. Se atreve a juzgar a sus visitantes y se conforma con ser un intermediario vanidoso y presumido entre sus visitantes y los prodigios que Dios concede.
Mucho tiempo recibe visitas que lo molestan, pero su mayor desafío son las tentaciones que representa el demonio en el cuerpo de Silvia Pinal. La película insiste en la dureza con que Simón juzga a otros, lo vano de sus milagros, lo desagradecido de sus beneficiarios y la buena opinión que tiene el Santo de sí mismo.
Resulta tan evidente el paralelismo entre la Iglesia y Simón que quizá te pase desapercibido. La cinta es una crítica dura a esa institución que ha perdido el contacto con sus fieles y que utiliza términos que su feligresía desconoce. Simón incluso quisiera negar que es hijo de mujer y tiene madre. El Santo se hace santo a costa de otros, necesariamente menos santos que él.
Todas las criticas a Simón, aplican para la Iglesia y para nosotros mismos. Nos convencemos de ser especiales, aunque somos como el resto de la gente. Creemos ser mejores y encontramos razones para justificar nuestra superioridad vivimos en nuestra burbuja mental. Amamos nuestras propias mentiras. Tenemos muy buena opinión de nosotros mismos.
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