Made You Look: A True Story About Fake Art - Barry Avrich (2020)


Este filme, disponible en Netflix, es otra gran pieza que muestra la estupidez atroz que impera en el mundo del arte. Aunque el fondo del asunto es el fraude implícito la fabricación y venta de pinturas como piezas de autores conocidos. En el fondo te permite reflexionar sobre el gigantesco tren del mame de los falsos adictos al arte. Es decir, cualquier pintura que fuera considerada una obra maestra debería significar un avance en el mundo del arte independientemente de su autor. Por decir algo, en teoría, si hoy apareciera una Mona No Lisa y todos tuvieran la impresión de estar viendo una obra maestra, debería ser intrascendente si la pintó Jeff Koons o yo. Sin  embargo, no es así. El filme muestra que una pieza atribuida a Mark Rothko, vale millones de dólares, pero una vez que se prueba que el cuadro fue pintado por un imitador no vale nada. Pocas cosas parecen más estúpidas que eso. Un auto que imite el diseño de Ferrari sin copiarlo por completo, valdría por su funcionamiento y belleza. Si además todos están de acuerdo en que su desempeño es excepcional y supera el de un Ferrari, eso sería suficiente para que su valor se mantuviera, aunque hubiera sido fabricado por la General Electric o por Patito Works.


Sin embargo, en el caso del arte. Los mismos que reconocen una belleza impresionante en un cuadro, afirman que carece de valor porque no fue hecho por Rothko. Así como lo escuchas un día dicen que es una genialidad y al día siguiente que no vale nada. 


Por otra parte, como película resulta muy interesante ver el equipo que debió conjuntarse para lograra el fraude. Obvio todos los que participaron, incluso los engañados sentían que habían ganador. Era un trato de esos de ganar ganar en que todo el mundo creyó haber sacado la mejor parte hasta que eso el globo reventó.

La ingenuidad de algunos parece muy cuestionable. Pero la rabia de los engañados es desproporcionada. Por una parte habían pagado un precio razonable por una gran obra, que en teoría les llenaba el ojo, y de un día para otro dejó de gustarles.


Para mí, lo más interesantes que esos cuadros que pasaron por buenos deberían dar la vuelta al mundo en una exposición maravillosa para que podamos saber si en verdad eran bellos o si los compradores eran tan esnob, que los compraron a ciegas montados en la locomotora de comprar oro a precio de carbón.


Por último, como siempre, el hilo se rompe por lo más delgado, los megalitos no aceptaron el ridículo de ser engañados y la pieza más frágil pago el pato. Aunque ese pato no fue tan caro como hubieran deseado los engañados. El arte, incluso cuando es una copia, es arte y de él emana la poesía fragante de la justicia. Excelente documental. (Ab.)
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