El mártir del Calvario - Miguel Morayta (1952)

No cabe duda que la religión es un arma poderosa. Lo que debió ser un total fracaso, un producto de estudio sin pizca de realismo, un evidente bodrio, se convirtió en un clásico. Esta película mexicana con director y protagonista españoles es una pobre recolección de los cuatro evangelios sazonada con datos sacados de la tradición religiosa. Su acartonamiento parece haber conquistado los mojigatos corazones a fuerza de la repetición en TV abierta. El mártir del calvario es una torpe clase de catecismo para niños que se disponen a hacer la primera comunión. Las pelucas son de terror; el vestuario se basa en jerga para los personajes pobres, satín para los poderosos y blanco algodón almidonado para el nazareno; los diálogos son totalmente teatrales y Jesús comienza la mitad de sus frases diciendo: En verdad os digo...

Esta película es sólo para católicos de hueso colorado. Los mexicanos tomamos la religión tan a pecho, con tanta fe, que la inteligencia se apaga para poder maravillarnos con los efectos especiales más rudimentarios. 

No se sabe si reír o llorar cuando: a) los peces aparecen en la red después de que la cámara siguió una conversación ilógica;  b) los panes son entregados a Jesús por la parte inferior de la toma; c) Pilatos tiene las peores líneas de la historia del cine; d)   un niño con un marcadísimo acento chilango grita a todo pulmón durante el juicio; e) nada de lo que dice Judas esta en los evangelios; f) el rostro de Cristo en el pañuelo parece una serigrafía de mala calidad.

La película es tan mala que termina siendo divertida. Hoy que está de moda ofenderse por todo, no entiendo porque la comunidad católica no ha cancelado esta mala broma. Si la resurrección de Lázaro parece una locura, espera a ver la del mesías. Mi reino no es de este mundo. (Ab.)

En verdad os digo que quien comparta esta reseña, estará conmigo en el paraíso.