The Killer - David Fincher (2023)


EL ASESINO en Netflix es una gran cinta indigesta que parece responder a un capricho poco comercial. Está hecha para mostrar a un tipo hábil que no resulta carismático ni divertido y cuya inteligencia parece muy limitada a pesar de estar utilizada eficazmente. Es un retrato de Bill Gates, Elon Musk o Steve Jobs. No son genios, pero han logrado lo que se han propuesto con un método. La cinta es un chiste privado, su humor es sutil y no está hecha para causar grandes emociones. Por ejemplo, el disfraz de turista, lejos de pasar inadvertido, es una mancha clara que reclama atención entre el gris de París. El director se burla del éxito medido con el parámetro del dinero y eso causa rechazo porque contradice al credo de la mayoría. Además, el guión tiene problemas. Ya que todo sucede desde el punto de vista del personaje, no hay contexto y todo parece irrelevante. Por ejemplo, el intento de asesinato que da pie a la historia. El asesino, al que llamaré Güero, explica su método sin decirnos dónde nació, ni si sus padre le enseñó algo, ni si su madre lo amamantó, ni dónde estudió, no sabemos nada personal. 
De la víctima que está por despachar, nada se explica. No la odiamos, ni la amamos. No sabemos a qué se dedica. Debemos asumir que merece morir por tener un penthouse en París, usar guardaespaldas y contratar a una dominatriz, pero ni su nombre se menciona. Eso está bien para Güero, es congruente, pero no hay emoción para el público.
Tampoco se dice quién lo contrata ni porque quiere muerto al fulano, es posible pensar que el cliente es un competidor molesto, pero para la audiencia es un clavo que requiere martillo. El asesinato sería muy diferente si el encargo fuera hecho por una huérfana que perdió a sus padres en el huracán Otis y la víctima fuera el viejo pedorro responsable de ocultar información y robarse la ayuda. 
La situación es ridícula. El viejo tiene un equipo de seguridad, se deduce que considera que su vida corre riesgo. Quizá se siente a salvo en su departamento, pero las cortinas abiertas desafían a la lógica. Podrían tomarle fotos o dispararle. Quizá existan razones para esa conducta, pero no son mostradas y sin ese contexto, todo es una tontería. 
Lo mismo sucede con la esposa del personaje. No se sabe nada de ella. Podría ser una teibolera que notó la escasa inteligencia emocional del Güero y lo engatusó. Quizá sea un buen contrato en que ambos obtienen lo que buscan. Si la mujer era ladrona, adicta, mató a su esposo, abandonó a su hijo o es la Virgen María, no es posible saberlo. No la conocemos y no interesa. Es una tuerca para el tornillo.
Toda la cinta es así. El director se burla de su audiencia. De lo que decimos, de lo que hacemos y de la incongruencia. Está de moda mostrar el éxito con cosas. Son objetos inútiles que no aportan nada a nuestras vidas y no nos importan, pero estamos más preocupados por parecer felices que por serlo. Estamos desconectados y las personas a nuestro alrededor tienen el mismo valor que un suéter.

El filme pinta a un asesino muy profesional, muy efectivo, pero un perfecto idiota, insatisfecho, aburrido que no soporta sus pensamientos. Tiene millones en el banco, una casa en República Dominicana y una esposa joven, pero son adornos que no le brindan satisfacción. Es necesario usar a Léon (1994) como referencia. La cinta en México llevaba por título El perfecto asesino. Mostraba a un hombre dedicado a matar, excelente en su trabajo, pero en el fondo era un niño tonto con un gran corazón. Solía estar triste pero cuando se encarga de cuidar y entrenar a la huérfana Mathilda experimenta la felicidad. Güero es muy parecido a Léon, la diferencia es que no tiene un gran corazón o se ha convencido de no tenerlo. Es egoísta y no hace nada bueno por nadie. Al menos no de manera consciente. Quiere sentirse satisfecho, ser feliz y no puede.
Los otros personajes sufren el mismo vacío existencial. La experta (Tilda Swinton) es una asesina que tiene todo. Vive en una buena casa, se viste bien, conduce un buen auto y come sola en un lujoso restaurante en el que ya la conocen. Es una mujer empoderada, la meta de cualquier feminista. Si medimos su éxito en dinero tenemos que aceptar que es exitosa. Es independiente, pero su relación más cercana es con el mesero.
El abogado que da trabajo a los asesinos es una desgracia. Se supone que cree en el orden y en las leyes, su objetivo debería ser la seguridad, pero ha traicionado todo. La ley de la selva es su ley. La justicia es la del más fuerte. Es un abogado que gana el pleito matando al enemigo. Efectivo, pero poco ético.
La secretaria del abogado es la más humana en pantalla. No siente culpa por trabajar para asesinos, le preocupa su imagen ante la familia. Nunca vemos a sus parientes, pero ella pide no convertirse en un desaparecido. No quiere que la busquen y que asuman lo peor. No le preocupa quién es, le preocupa la imagen que da. Sólo ella alcanza a conmover al Güero.
En pocas palabras, este filme es un espejo en el que resulta demasiado desagradable mirarse. No es raro que no te gusté. El chiste es contra  la audiencia. Los mirones somos criticados. Somos el naco violador de la perro Diva que se siente exitoso por estar musculoso, tener una casa y salir de antro. Somos el taxista cómplice del crimen que se escuda bajo el pretexto de hacer su trabajo. Ese vacío asesino recorre el mundo. (Ab.)
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