Pain Hustlers - David Yates (2023)
El negocio del dolor, en Netflix, es una emotiva denuncia ya antes hecha, construida con un estilo ligero que resulta muy agradable. Emily Blunt y Chris Evans están lejos de ser mis favoritos pero hacen un gran trabajo, quizá el más convincente que les he visto. Además Andy García es perfecto como el viejito loco y Catherine O'Hara está increíble en este rol de madre pasiva agresiva. Supongo que el guión tiene lo necesario y el director brindó espacio a los actores para lucir sus personajes. La historia es sobre Liza Drake, una mujer divorciada y sin techo, con una hija adolescente con una grave padecimiento que requiere una costosa cirugía, que encuentra la puerta para hacerse de dinero en la venta de un spray que contiene fentanilo. La denuncia no es sólo contra los médicos que recetan el producto que más los apapacha, también es contra los ejecutivos de las farmacéuticas que se enfocan en las ventas y contra los representantes que visitan a los médicos y les dan incentivos para preferir un producto sobre otro.
Lo mismo había hecho en 2010, la comedia romántica De amor y otras acciones alrededor del viagra con Jake Gyllenhaal y Anne Hathaway, pero esto es una construcción de personajes que se centra en el dolor, el esfuerzo y la aparente movilidad social.
Lo mejor de la cinta es que explica lo fácil que es mover el mundo si le pierdes el asco a comprar con favores, dinero y sexo tu ascensión social. Allí está el gobierno y los narcos ofreciendo plata o plomo y conquistando el mundo mientras se rodean de suripantas y meretrices. Pero a pesar de la nula ética y el pesimismo evidente, la cinta hace el esfuerzo porque su protagonista se redima. No va a cambiar al mundo, pero se transformara en el intento.
Me gustó está cinta porque exhibe la ausencia de escrúpulos de los doctores. Los baja del pedestal y los muestra con todos sus defectos. No sólo son ambiciosos animales sedientos de sexo y atención que no ponen suficiente atención a su labor, además, se dan el lujo de sentirse superiores al resto de los mortales sin darse cuenta (o fingiendo no darse cuenta) de que son camellos de las farmacéuticas. Consideran a los enfermos una vaca tonta que debe esperar y pagar para que ordeñen su estado de necesidad. Obviamente hay excepciones. (Ab.)
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