Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades - Alejandro G. Iñárritu (2022)
Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades se estrenó hace un rato en cines ahora apenas en Netflix. La crítica generalizada era que al director se le había subido la espuma a la cabeza y había hecho una cinta pretenciosa que se confunde con el autoelogio. Me la creí y como duraba tres horas (ahora dura dos horas y media), ni siquiera hice el intento por ir al cine. Si un extranjero no entiende esta cinta, le creo la mitad. Muy pocas cosas que exigen un poco de conocimiento de la historia de México. Pero si no entiende nada es porque no puso atención o porque carece de criterio y se creyó que es una cinta autobiográfica. Primero que nada, me parece que calificar está cinta de pretenciosa es ridículo, porque está plagada de autocrítica. ¿Qué es lo pretencioso? ¿Hablar con Hernán Cortés? ¿Ser un migrante que cruzó legalmente en un avión? ¿Pensar que el éxito es inmerecido? ¿Sentir que nada es realmente valioso? ¿Pensar que tiene la autoridad moral para cuestionar los elementos de la identidad nacional? ¿Qué el director se sienta rechazado y sin patria? ¿Qué México es sólo una idea? Quizá quienes descalifican la cinta jamás han soñado o jamás han soñado que vuelan. Bardo es un delirio en el que se cuelan elementos de realidad, pero no es una cinta autobiográfica. González Iñarritu está vivo y, hasta donde sé, nunca sufrió una embolia.
Por otra parte, me parece increíble que la gente de prensa se ponga intolerante. Es decir, aceptan sin cuestionar que un hombre se puede convertir en mujer si toma hormonas y se remueve el pene, pero rechazan la idea de que un director exitoso se deprima. ¿Acaso el monopolio de la tristeza es de los pobres? Pura hipocresía.
Cabe decir que las malas criticas son copiadas de los monólogos y los diálogos de la misma película. Como dije, incluye una gran dosis de autocrítica. Metacine. Entiendo que no sea para todos. El retrato de la parte naca de la vida en la Ciudad de México, me refiero al trato con los colegas de las televisoras, los sitios Kitsch, la música estridente de las fiestas y el trato chidito con los compas, sin duda es pesada. Además exhibe a muchos resentidos que se sienten devaluados por el éxito de otros y eso, aunque real, pisa callos.
Pero creo que el rechazo a este filme se debe a una postura política. Se sabe que la 4T prohibe cuestionar, explota el tema de las raíces prehispánicas, monopoliza el nacionalismo y rechaza lo español y lo gringo porque victimizarse forma parte de su credo. Por lo tanto, que un hombre con dinero y éxito internacional se identifique con los migrantes, les roba su razón de existir y hace necesario su linchamiento. Recuerda: los que se quedan son mártires, los que se van son traidores a la patria. Además ya sabemos que el Mesías Tropical es dueño y único exégeta de la historia nacional.
Por otra parte, la secuencia sobre las desaparecidas, no sólo es abrumadora, es punzante. En México, la inercia impide aceptar que Lopez Obrador y sus aliados están vinculados al Foro de Sao Paolo, compran pobres y ricos con limosnas y están destruyendo las instituciones para perpetuarse en el poder. Es más fácil pensar que es sólo corrupción como la del viejo PRI.
Dejando a un lado las heridas provocadas a los pejezombies, basta la secuencia inicial en que la sombra de un hombre corre y vuela sobre el desierto para entrar en el tono onírico. Después, la secuencia del feto que decide regresar al vientre materno es alucinante. La inundación del vagón del metro y de la casa son visualmente espectaculares. Ni hablar de la escenas en que Silverio platica sin abrir la boca, son pistas genialmente puestas. La cinta es pura poesía que revienta las mentiras de la historia, del mono en el poder y de lo que aceptamos como cotidiano. Además permite asomarse a la intimidad del director. ¿Dónde está el ego inflado? Quizá sólo te arde que tome vacaciones en la lujosa casa de playa de un amigo rico y no te invite. Quizá te duele que el tipo tenga ideas propias y no se queda callado. Pero prefiero pensar que disfrutaste de la cinta porque tienes vida, criterio y sueños. Estoy seguro que no eres un robot. (Ab.)
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