Dicen que soy mujeriego - Roberto Rodríguez (1949)


Aviso
: Tengo una deuda con todo el cine que ví antes de comenzar este blog. Pero siento una culpa especial por no tener reseñas de todo el cine mexicano que fue cimiento de mi amor por este arte. Para saldar mi deuda, reseñaré algunas películas de Pedro Infante que dejaron huella en abuelos, padres e hijos que crecimos creyendo que cada sábado debía empezar con un clásico de la época de oro en la TV. 
Pedrito es pieza fundamental de la identidad mexicana, al menos para todos los que nacimos el siglo pasado. Antonio Castro me dijo que para ligarse a una mexicana había que comportarse como el señor Infante. Seguí el consejo y comprobé su efectividad. Así de fuerte es la imagen del Santo Patrono de Cine Mexicano en las mentes de mis connacionales. 

ReseñaDicen que soy mujeriego es una comedia romántica que hoy atenta contra todas las ideas de esas mentes ejemplares que buscan erradicar al animal que somos y llamamos humano. Es políticamente incorrecta y quizá por eso es tan sabrosa de ver. Se regocija en los roles tradicionales de hombre y mujer y se hunde en el mugrero de los mismos para hacer una comedia musical muy divertida. La idea es que Pedro Dosamantes (sí, Dosamantes como la guapísima Susana madre de Paulina) es el muchacho guapo del pueblo que todas las mujeres quisieran para marido. Obviamente es un junior fuerte, alegre, rico, simpático, borracho, parrandero, jugador, bueno con los puños, la pistola y la canción e inexorablemente enamorador. Pero el dinero no es propio, no lo hizo con su trabajo, es de la abuela Doña Rosa (Sara García). Ella trae en mente una alianza económica que requiere que Pedrito se olvide de las mujeres que frecuenta y contraiga matrimonio con Flor, heredera de la otra familia rica del pueblo. Pero Pedro no tiene interés en Flor, hay varias jóvenes más guapas que lo ven con buenos ojos. A pesar de su experiencia con todo tipo de mujeres, sigue pensando que su abuela es una santa y no quiere poner en riesgo su herencia. Por eso se esmera en intentar obedecer y ser muy amoroso con la Doña. 


La abuela controla al nieto y le mete en la cabeza que Flor es especial. Pero Pedro tiene por competencia a Pablo, el presidente municipal, mañoso y aliado del crimen (como buena autoridad municipal mexicana), que quiere casarse con Flor por el dinero de su tragón tío. Tras algunas complicaciones, Pedro se despierta convencido de que ama a Flor. Decide pelear por ella y conquistarla. Ella, estratégicamente, lo rechaza para que se enamoré más. 

Aunque estos estereotipos mexicanos empujan la historia, la cinta hace tiempo para un breve espectáculo de la rumbera cubana Amalia Aguilar, un discurso del cura sobre el alcoholismo y una charreada / jaripeo. Pero el humor corre a cargo de Fernando Soto Mantequilla que cierra las escenas con un comentario cabrón o dulce; y la Tucita, que repite las frases que la abuela utiliza para minar la autoestima del junior. Obviamente, la película tiene final feliz pero no les voy a arruinar el recorrido. Veánla de nuevo.

En estas películas no hay coches, hay muchos caballos. No hay teléfonos, hay cartas y chismosos. Y, lo más importante, hay muchas canciones que me obligan a explicar la diferencia entre música diegética y extradiegética. La diégesis es el desarrollo narrativo de los hechos.  Por lo tanto, la música diegética es la que forma parte activa de la narración. Por ejemplo, Pedro les lleva serenata a todas las novias y la canción que canta funciona como despedida / ruptura. La música extradiegética es aquella que no escuchan los personajes y es añadida para la audiencia. No forma parte de la narración, no afectan a los personajes. Por ejemplo, en Tiburón (1975) los personajes nunca escuchan el tema de la película. 

Que las canciones hagan avanzar la trama es uno de los sellos característicos de la época de oro del cine mexicano. En este filme se utiliza "tengo una vaca lechera, no es una vaca cualquiera" pero la letra se modifica para que los enamorados discutan. Además, la melodía en versión sinfónica sirve de fondo a los créditos iniciales. La cinta también incluye un pedacito de la canción "Conejo Blas, ¿a dónde vas? con esa escopeta cargando detrás..." 

Otro sello de estas películas es que los personajes utilizan frases que escuché por primera vez en boca de mis padres y abuelas. No sé si se usaban y la película las incorporó o si salieron del cine, pero estoy seguro que las películas dieron impulso para que se siguen usando. ¡Quieto, Veneno!; Limpio de polvo y paja; A ver si como roncas, duermes; Mangos (como negación); me trae de un ala; soñar con los angelitos; los hombres no lloran; la del estribo; no te arrugues cuero viejo que te quiero pa' tambor; etc.

Si algún defecto tiene esta cinta son las escenas de pelea que se ven algo torpes, se nota que no quieren hacerse daño, pero en compensación, la bronca es breve y se resuelve con pocos trancazos. No son pleitos de media hora como las coreografías de Chad Stahelski. En mi opinión, si los golpes duran más de 3 minutos es romance. Son humanos con ganas de tocarse. (Ab.)

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