Macario - Roberto Gavaldón (1960)
MACARIO está en YouTube. De niño había visto esta cinta y tenía el pendiente de volverla a ver. El día de muertos fue el pretexto perfecto para hacerlo. Me trajo mucho recuerdos y encontré en ella muchas virtudes, incluso alguna que supongo fue un hallazgo no previsto. La historia se ambienta en la colonia, en la época de la inquisición. Macario es un leñador de origen indígena, con esposa y cinco hijos, que vive con hambre. Sus ingresos no son suficientes para poner la comida que calme el hambre de sus hijos y la propia. Aunque su esposa también trabaja lavando y planchando ropa ajena, el dinero no que obtienen es escaso. Un día Macario se revienta un berrinche con todo y pataleta y grita que no volverá a tragar hasta que pueda chingarse un guajolote entero. Su esposa que es una chulada de mujer, le compra el berrinche, así que roba el ave, la cocina a escondidas y se la da a Macario para que deje de hacerle al faquir. Macario huye al bosque a comerse el pavo, pero recibe visitas del Diablo, Dios y la Muerte. Todos quieren un pedazo.
Lo más chingón de ver esta cinta es descubrir que desde niños nos enseñan, me refiero a los mexicanos, a pedir. Los niños pedían su calavera y los adultos también. Es curioso, porque el día de muertos es una fecha para dar, se brinda comida y bebida a los muertos. La ofrenda no es para los vivos. También se inculca el resentimiento. La gente en la cinta habla de lo presumido que resulta que haya gente preparando comida cuando hay otros con hambre. Estos pensamientos son los que explota el ganso todos los días en sus mañaneras, basta ver a los diputados comportándose como muertos de hambre frente al presidente del INE.
También me parece interesante ver retratada la tradición de que el hombre tenga sus secretos para llevar dinero a la casa y la mujer nunca sepa, o diga no saber, a qué se dedica el esposo. Se acuerdan de Karime Macías y sus cuadernos repletos de "Merezco abundancia". Igualito.
La verdadera joya de la cinta, independientemente del final, son los diálogos de Macario con sus visitantes. Con el diablo se muestra el México clasista y racista. Si un leñador se aparece con plata, se asume que la robo. Dios es la culpa omnipresente, el egoísmo que nos dicen es malo. Nada puede ser sólo para ti. Y la muerte, la muerte es enorme y magnífica, el último obsequio.
Por otra parte, pude recordar porque mi padre nos llevó a conocer las Grutas de Cacahuamilpa; porque todavía asocio las luz de las velas con la vida y debo apagarlas sin soplar; y porque tengo tanto miedo a la indigestión. No creo que López Tarso haya logrado una gran actuación como Macario, creo que lo hizo mejor Pina Pellicer en plan de esposa sumisa.
El que nunca ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver. Ese refrán me pasaba por la cabeza mientras observaba la cinta. En México está super mal visto que tengas cosas. Si la gente ve que tienes, te va a pedir. Si compartes, te van a seguir pidiendo. Si no das, ellos van a hacer lo posible por obligarte a dar, o te quitan o intentarán que dejes de recibir. La misma que aplica el ganso, puedes vivir en un palacio pero tienes que decir que ganas poco dinero y que apenas te alcanza para sacar adelante a tus hijos. Las pinches mentiras tradicionales. Mi México mágico.
En fin, todo estos rollos para reiterar que Macario es una joya que aguanta un montón de niveles de análisis. Creo que sin intención, la cinta retrata el alma del mexicano promedio, ese que se dobla ante la voluntad del poderoso y sigue pensando que algún día tendrá su oportunidad. (Ab.)
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