Last Night in Soho - Edgar Wright (2021)


EL MISTERIO DE SOHO está en cines. Aunque la historia es buena, la edición es deficiente. Hizo falta cortar y cortar. Este filme cuenta la historia de Eloise y Sandie (Thomasin McKenzie y Anya Taylor-Joy). Dos jóvenes con aspiraciones que llegan a Londres en busca de la fama. Eloise quiere ser diseñadora de alta costura en la actualidad y Sandie quería ser cantante en los sesentas. Toda la cinta está ambientada con música dulce de la época. Hay un gran trabajo en vestuario y peinados, incluso en luces neón. U
na vez que termina la cinta, descubres que la trama es interesante, pero durante su desarrollo desespera. Avanza muy pesada y lenta. El director decica mucho tiempo a construir a Eloise. Insiste en que es huérfana y no ha tenido contacto social fuera de su pueblo. Es una niña buena, criada por su abuela, que vive en otra época. Tanta insistencia resulta fastidiosa y aburrida. Ni tú ni yo somos estúpidos. 

Esta joven comenzará a tener sueños con la vida de Sandie y esas sesiones oníricas serán inspiración de sus trabajo como sastre en la escuela. Aquí la película se estanca otra vez. No sabemos a dónde va ni para qué sirve que los sueños vengan una y otra vez. 

Uno de los errores de esta cinta está en el elenco. Thomasin tiene una cara bonita de ratita hermosa que va muy bien al personaje, mientras que Anya luce vulgar y no tiene oportunidad de actuar. Sandie es una joven ambiciosa que cree que todo se merece y nunca cae bien. Es una perrucha que se siente guapísima y se viste terrible. De modo que la supuesta identificación de Eloise con Sandie resulta inverosímil. 

Lo peor es que Anya no tiene espacio para actuar. Cuando canta lo hace bien pero no conmueve. Y sí, todo tiene una razón de ser, pero si me cae mal Sandie, la película se cae. Es lógica pero se cae. Aburre.

La cinta está hecha para que se luzca Thomasin y yo fui para ver a Anya. Anya es la estrella en ascenso y debería ser la protagonista, espero que haya cobrado buenos dólares por este filme que la hace ver vieja, fea e insufrible.

La música termina fastidiando. Soho no es Champs-Elysées, ni siquiera es Polanco. Recuerdo las cabinas telefónicas de Londres tapizadas de anuncios de prostitutas y esta cinta tiene el buen detalle de recoger eso, pero simplemente no es glamoroso. La cinta pretende ser un homenaje a ese barrio, pero Edgar Wright no es Woody Allen, ni Soho es Manhattan.

Por otra parte la historia de amor con el buen samaritano que está allí para salvar a la protagonista, es de super hueva. Ni un padre sería tan comprensivo. Espero que este galán también haya cobrado bien por hacer el ridículo en un personaje que se siente metido con calzador.

Para colmo: los fantasmas. Ya no sabemos si la película quiere subirse al tren del mame del Me Too o si busca crear el primer mito urbano femenino (tipo mataviejitas). Con veinte minutos menos hubiera quedado bien. Es decir, me encanta la idea de que los lugares graben hechos y que los fantasmas no sean de muertos, pero la película, en busca de confundir, aburre. Elvis diría: A little less conversation, a little more action. (Ab.)

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