Saltburn - Emerald Fennell (2023)

 Esta cinta, disponible en Amazon, tiene un guión tramposo que se salta todas las trancas que la convertirían en algo verosímil y majestuoso, para entregar un producto en el que el estilo supera ampliamente al fondo. ¿De qué se trata Saltburn? Es el camino que recorre un trepador social para hacerse de bienes ajenos. Lo bueno de la cinta es su realización. Es inevitable sentirse atraído por lo que sucede en pantalla. Los lugares y las actividades de sus personajes parecen filmados con la luz dorada del final del día o con la plateada de la luna llena. Volver a esos días de escuela en que el aprendizaje parece el pretexto para socializar tiene su encanto. Vivir en una casa elegante la realidad ajena también seduce. La cinta cautiva por su atmósfera relajada y salvaje. Sin embargo, el guión es muy mañoso, construye su sorpresa del modo más perezoso posible. Debemos aceptar que su protagonista es un genio de la manipulación y el delito sin que muestre sus trucos. 

Por conveniencia del guión, la policía es absolutamente inepta. No mueve un dedo. Nunca presiona donde debería. Cada complicación es resulta por una elipsis que evita la comisión de un delito y los pasos para salir impune. 

El viaje es muy placentero y divertido, el final es sublime. Vacío, pero maravilloso. Las entrañas de esta película esconden la voluntad de un tipo ambicioso que utiliza el rechazo como combustible. El mensaje es ambivalente: debes tener un objetivo claro y saltar todos los obstáculos hasta cumplirlo. La cinta lo hace sentir positivo,  pero deja claro que es criminal. El asunto, como todo en la vida, radica en si tenemos ética o no. 

La cinta se sostiene gracias a la increíble actuación de Barry Keoghan que permite buenos momentos a Jacob Elordi, Archie Madekwe, Rosamund Pike y Richard E. Grant. Carey Mulligan está de relleno. Sorprendentemente, la severa presencia del mayordomo interpretado por Paul Rhys se come cada escena a pesar de tener muy poco tiempo en pantalla. (Ab.)

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