Pierrot le Fou - Jean-Luc Godard (1965)


La historia del arte de Elie Faure es el libro que lee en la tina Pierrot Le Fou  la última noche que pasará en su casa con su familia. La hija escucha la lectura del padre: 

Velázquez, pasados los cincuenta años, dejó de pintar cosas definidas. Se deslizaba entre los objetos con el aire y el crepúsculo, y divisaba en la sombra y la transparencia de los fondos las palpitaciones coloreadas que convertía en centro invisible de su callada sinfonía. Sólo extraía del mundo, los cambios misteriosos. Para que las formas y los tonos se penetraran en una progresión continua que no pudieran interrumpir tropiezo  o sobresalto alguno. El espacio reinaEs como un soplo de aire que se deslizase sobre las superficies y se impregnase de sus emanaciones visibles para definirlas y moldearlas, y se llevase algo así como su perfume y su eco, para esparcirlos por toda la atmósfera circundante, como un polvillo imponderableVivía en un mundo triste. Un rey degenerado, unos hijos enfermos, idiotas, enanos, lisiados y algunos bufones monstruosos vestidos como príncipes, cuya función consistía en reírse de si mismos para divertir a quienes vivían de espaldas a la realidad, aherrojados por la etiqueta, las intrigas y las mentiras, unidos sólo por la fe y los remordimientos. A la espera de la Inquisición y el silencioSe palpa la nostalgia, pero no se advierte ni la fealdad ni la tristeza ni el fúnebre y cruel sentido de esa aniquilada infanciaVelázquez es el pintor de los anocheceres, de la inmensidad y del silencio. Incluso si pinta en pleno día o en un cuarto cerrado o cuando la guerra o la caza retumban en derredorComo no salían de día, cuando el aire abrasa y el sol lo quema todo, los pintores españoles comulgaban con el crepúsculo.


En teoría Pierrot Le Fou debía ser la adaptación de la novela Obsession de Lionel White. Pero en mi opinión es un intento de plasmar el descontento de Godard con la vida. Hacer cine era todo, pero resultaba necesario romper las reglas, cambiarlo y reinventarlo. El director intenta todo. Empuja a sus actores contra la pared para hacernos notar que la imagen es plana, la pinta de a azul y rojo por capricho o por identidad. Es él el guacamayo en el hombro de Jean-Paul Belmondo y Ana Karina es la zorra encadenada a la mesa.

El hombre es un parlanchín y la mujer es un animal peligroso. La zorra puede tragarse al ave de un bocado a pesar del bello colorido de sus plumas. El divorcio de Godard y sus preocupaciones sobre el amor y el sinsentido de a vida se cuelan en cada escena.

Se trata de vivir. Pero ¿Qué significa exactamente? Llenar la vida de experiencias o simplemente estar en paz. Si bien al principio Ferdinand parece estar en control de la situación, lentamente cede la iniciativa a Marianne Renoir. Aislarse de todo en la playa no es suficiente.

Esta historia de amor del hombre casado que abandona a su familia para huir con la niñera es un lento proceso de desencantamiento y suicidio. Cuando todo se puede, nada resulta satisfactorio. No hay triunfos ni fracasos. Y si los hubiera no serían otra cosa que simple existencia.

Pierrot Le Fou parece un ejercicio de terapia en la que Godard intenta recorrer la historia del arte, explicar el amor y pintar emociones. ¿Qué es un humano? A toro pasado es fácil decir que un hombre es su obras, pero es fácil reconocer la parcialidad de esa respuesta. Picasso no fue sólo sus cuadros. Mozart no fue sólo su música. Homero no fue los relatos que sabía de memoria. Y el arte no es sólo la materia que lo contiene. Explicar la vida es imposible. Las palabras y las imágenes no pueden explicar la vida, pero Godard intentó hacerlo. 

Este filme es difícil de digerir. Es necesario verlo con calma y atención. La cinta es una evolución del cine o del arte, un romance, una historia de espías, una terapia, un tratado del color, una mezcla de ideas y sentimientos. Quizá el filme no debe entenderse, basta sentirlo.(Ab.)

Si te gustó esta reseña insatisfecha, compártela con tu pareja.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Love & Other Drugs - Edward Zwick (2010)

Creed III - Michael B. Jordan (2023)

Elemental - Peter Sohn (2023)