Los Olvidados - Luis Buñuel (1950)

Durante años escuché sobre Los olvidados y esta película se convirtió en un pendiente que me hacía sentir culpa. Es más fácil, para mí, ver cualquier tontería que enfrentar esos monstruos de la cinematografía de los que sé poco porque fueron hechos antes de que naciera. Hoy vencí el infundado temor y el rechazo. Me animé a buscarla en YouTube.  Fue lo más fácil del mundo encontrarla y darle play. Una vez pasado el susto, me pregunto por qué carajos me parecía tan difícil verla. La película no es una tortura lenta y aburrida, es una drama negro y oscuro que corre ligerito. Con casi 70 años se mantiene ágil y vigente, incluso creo que ha sumado puntos, ya que ahora forma parte de la historia. No lo digo yo, lo dice el hecho de formar parte del Programa Memoria del Mundo. La trama es sencilla: un par de vagos, El Jaibo, casi adulto y Pedro, apenas un adolescente, se unen para robar a un ciego. Su complicidad es frágil y al mismo tiempo demasiado fuerte. La madre de Pedro, perdió ya la fé en su hijo y no lo apoya. El Jaibo escapó de la correccional y sólo quiere vengarse y robar. No hay un personaje inocente en pantalla, pero todos tiene algo de bueno. Sólo el Jaibo parece joder en todo momento. La historia se construye lentamente y aunque Pedro busca enmendar el rumbo, la suerte no está de su lado. 
Al mismo tiempo, el filme muestra otras historias entrelazadas: la historia del Ojitos, abandonado por su padre; la de Don Carmelo, el músico ciego abusivo y lujurioso; la de Meche, una adolescente que comienza a darse cuenta de su atractivo físico; y la de la madre de Pedro que no puede administrar su deseo sexual. 
Le película parece decir que todas las pulgas se aferran al perro más flaco. No hay manera de contradecirlo. El circulo vicioso de la miseria se alimenta de la misma. Sin embargo, que Don Carmelo se sienta el ángel vengador cuando él es parte del problema, empuja pensar que las cosas no tienen remedio. 
Las vidas de los personajes no mejoran porque a nadie le interesa romper el circulo vicioso, el único que quiere hacer algo es el director de la granja. Pero no pone suficiente empeño. 
Siempre he pensado que el primer paso en el camino a una sociedad menos desigual es el control de natalidad. La Iglesia y su doctrina se empeña en demonizar los anticonceptivos y el aborto. Lo que no quiere es que se acabe la gente pobre con problemas, porque son ellos quienes piden ayuda a Dios y en el camino dan dinero a la mafia que les hace creer que un tal Jesucristo existió y dió su vida para salvarlos. ¿Salvarlos de qué?
Perdón, me emocioné. Nada de eso, está en la película. En fin, sin control de impulsos estos personajes van acelerando cuesta abajo. El final es la efecto lógico de la suma de las causas. 
Si no la has visto, no te parecerá novedosa, quizá sólo te sorprenda que pasados setenta años se mantenga con ritmo. Lo más difícil del filme es notar que México y el Mundo han cambiado muy poco. ¿Cuántas historias semejantes es posible encontrar en los diarios? Si te gustó esta reseña, por favor compártela. (Ab.)

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