Disobedience - Sebastián Lelio (2017)
Desobediencia es un buen filme judío. Si desconoces las tradiciones de esa comunidad, yo las desconozco, te quedarás con una comprensión limitada de la película. Aun así, vale la pena. El tema es el indicado por el título, la capacidad del hombre de desobedecer, la libertad de elección y el rompimiento con la tradición.
La cinta inicia con un rabino que en la sinagoga explica su concepto del hombre como una criatura distinta, tanto de los ángeles que obedecen ciegamente a Dios; como de las bestias que obedecen ciegamente sus instintos.
El punto es que el humano puede elegir y sin embargo, su libertad es simbólica, intrascendente. Los hombres están atrapados en su cuerpo, en sus necesidades físicas pero sobre todo en sus ideas. La religión es parte de esa trampa, sus mandamientos y sus tradiciones son ridículos.
El pueblo judío es exhibido como una comunidad rural llena de prejuicios, empeñada en conservar el Shabat y en considerar a la mujer un peldaño por debajo del hombre, como un ser impuro e indigno.
Siglos de lectura de textos de antiguos sirven para mantenernos atados al pasado. La escritura significó un avance que cambió la historia de la humanidad, pero conservar el pensamiento mágico por escrito se ha convertido en un lastre.
El rabino deshereda a su hija. Una hija homosexual que huyó de casa porque papá la descubrió con otra mujer. ¡Que un rayo me parta! dijo el sacerdote. Pero su dios no cumple caprichos idiotas.
El filme es un poco lento pero muy interesante. Rachel Weisz y Rachel McAdams logran una química extraña bajo una fotografía fría y triste. El momento sexy es una joya bien elaborada. Vayan a verla. (Ab.)
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