Shrek - Andrew Adamson & Vicky Jenson (2001)

Shrek fue en su momento un enorme hit comercial. Su éxito  fue tanto que la música de la cinta también se vendió como pan caliente. El filme se burlaba de los cuentos infantiles, de Matrix y sobre todo de Disney, sus personajes y su parque. El equipo de voces formado por Mike Myers (Shrek), Eddie Murphy (Burro) y Cameron Diaz (Fiona) era un agasajo. Recuerdo que el doblaje en español también tenía su gracia. Casi al igual que Brozo comenzaba su rutina con: ¿Quieren que les cuente un cuento? Y se soltaba dando una versión retorcida de la caperucita roja. Shrek era una adaptación cabrona pero, a fin de cuentas, un cuento. Los personajes eran mucho más humanos, más defectuosos. La historia era simple. Lord Farquadd había echado del pueblo a todos los personajes fantásticos y no les había quedado otro remedio que refugiarse en el pantano del ogro Shrek. El ogro decide hablar con el Lord para recuperar su pantano y el tirano, al notar la habilidad de Shrek para pelear, le propone darle las escrituras de su pantano si rescata a la princesa Fiona que está encerrada en una torre y custodiada por un dragón. El ogro acepta y en compañía del encimoso y parlanchín burro comienza el viaje.
La aventura de la pareja dispareja, comienza a pintarse de comedia romántica cuando Shrek y Fiona se descubren como seres afines. Un malentendido provoca que el final feliz se retrase y se disgusten por lo que el ogro apresura la entrega de la princesa a Lord Farquadd.
La historia no es tan relevante como el humor que se vierte con ritmo en este filme. Hay un doble sentido en los cuentos infantiles que aquí es revelado. No creo que los niños entiendan todo, pero los adultos deberían descubrir los secretos incómodos de los inocentes cuentos de la infancia.
El amor verdadero se encuentra entre pares y la sorpresa del final, bellamente anunciada con anterioridad, es la recompensa a un divertido camino. Para que un cuento termine como debe, es necesaria una boda y un pachangón con música en vivo.  
La animación en su momento fue muy innovadora porque mezclaba una nota desagradable. La música por su parte es simplemente estupenda, desde Leonard Cohen y su Hallelujah hasta I'm a Believer de Smash Mouth, pasando por I'm on My Way de The Proclaimers. Este es el tipo de cine comercial que extraño ver. (Ab.) 
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