OtherLife - Ben C. Lucas (2017)
OtherLife está en Netflix. Esta historia es interesante y tiene una realización muy elaborada casi exagerada y por lo mismo se siente un poco artificial o tramposa. Quizá la propia trama cae en lo barroco y por lo mismo es difícil conectar al 100% con lo que sucede en pantalla. La idea es que una empresa logra fabricar unas gotas, droga o nanobots, la línea entre ambos es muy delgada, que inducen una experiencia super realista sin salir de la cama. No piensen en porno, porque la compañía es fresa y lo que intenta son experiencias deportivas como esquiar en nieve en Los Alpes o surfear. La gotas arman el escenario y dirigen el recorrido de principio a fin. Aunque es posible inducir una sana aventura, es posible recrear cualquier tipo de experiencia y en ese detalle radica el peligro. Las gotas requieren de cierta programación, pero básicamente, no tienen límites. Pueden ser utilizadas para inducir la experiencia de estar en prisión o para dejar a alguien en el viaje astral. EL tiempo se comprime mientras estás bajo los efectos de las gotas de modo que un año completo puede pasar en un mes.
La película tarda en mostrar sus cartas. La dueña de la empresa, Ren Amari, está obsesionada con usar las gotas para sacar del coma a su hermano. Y su socio Sam quiere vender las gotas al gobierno para que experimente en el sistema penitenciario. Sin embargo, ninguno de ellos inventó las gotas. El inventor tarda en aparecer y después no logra nada. Lo mismo pasa con un programador, está muy presente pero es un títere que no va ningún lado.
Cuando la trama se estanca, un accidente bastante tonto hace que Ren sea utilizada como conejillo de indias en el experimento de la reclusión. A partir de ese momento la película pierde fuerza porque la frontera entre la realidad y la ficción se vuelve endeble y no queda más remedio que dudar.
Con la semilla de la duda en mente la trama tambalea y cuando se supone que el filme vuelve a la realidad es difícil aceptar el nuevo estado de las cosas. Es decir, los villanos son demasiado buenos, Ren no pelea gran cosa y no se siente que logre nada. Hay persecuciones pero resulta que el avance del personaje no depende de lo exterior.
El guión se derrumba porque bajo los efectos de la droga la experiencia pretende manipular a sus personajes y a la audiencia, sin tomar en cuenta que el espectador no está drogado. La sensación de distancia con la vida privilegiada de los personajes destruye toda empatía y a ellos parece no importarles gran cosa su destino.
Jessica De Gouw es hermosa, pero parece un maniquí. Incluso cuando debería lucir jodida se ve guapa, de modo que es imposible creer su angustia o su esfuerzo, ni una gota de sudor le brota del rostro. Algo semejante pasa con todos los personajes, sus reacciones son demasiado tiesas o amables, no sé si son malos actores o están mal dirigidos o la producción quiso que todo luciera nuevo e impecable. A mí me cuesta mucho trabajo creer una historia en que la cama desecha sin haber sido utilizada.
Pasé buena parte de la película pensando sobre los efectos de la droga y si sería posible hacer algo así, que poniendo atención a las acciones. La cinta me gustó por su premisa y todo lo que obliga a pensar, pero no transmite nada de emoción. (Ab.)
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