High Life - Claire Denis (2018)

Ya está en cartelera High Life. Hace un par de días vi los avances y aunque no me entusiasmó, la crítica que encontré me pareció positiva. Señalaba que, en este filme, la ciencia ficción era sólo un pretexto para explorar lo que nos hace humanos. Decidí verla al oír que era existencialista. La historia me recordó la de Event Horizon (1997). No he vuelto a ver ese filme recientemente pero lo tengo en buen concepto porque me erizó la piel. High Life no me causó tan buena impresión. El inicio es lento, no logré identificarme con los personajes y sentí forzadas las escenas rudas. Tiene algunas cosas buenas pero nada notable. La historia muestra el viaje espacial de un grupo de reclusos que fueron convencidos de elegir entre la pena de muerte o volar con rumbo a un hoyo negro. Los personajes no tienen gran educación ni mucha organización, el orden es precario. Sin embargo, la doctora Dibs (Juliette Binoche) parece ser la mandona. El aislamiento y la vida sin sentido que llevan enferma a algunos y enloquece a otros. 
La cinta hace énfasis en la tontería de seguir teniendo hijos, una mujer cuestiona abiertamente la misión de la doctora de lograr un niño sano y Monte (Pattison) piensa en el suicidio al oír el llanto de la bebé. El mismo Monte después se burla de la niña cuando le pide que rescate al perrito y lo califica de cruel. La idea es hacernos ver que lo único que mantiene andando a la sociedad es la trampa idiota de la reproducción. 

Los niños son el futuro nos repiten en todos lados. Los padres preferirían morir a llevar la vida que llevan, pero están atrapados, por eso recurren al alcohol y les prestan el celular a los hijos. En la película no hay alcohol y los niños son difíciles de conseguir, de modo que se drogan o se masturban.  
Aunque la historia va y viene entre recuerdos y entrevistas, entre la tierra y el espacio, en la nave comienza el juego de la canción infantil "yo tenía diez perritos". De a poquito los personajes son retirados de la charola de la vida, algunos por cabrones otros por suicidas, hasta que  "uno se murió de tos y nada más me quedan dos". Los dos que sobreviven son Pattison y una bebé. Pasa el tiempo la niña crece, se encuentran una nave espacial con perritos (es serio, no es broma) y por último llegan a algún sitio que no vemos para que termine la película.
Supongo que hay que estar de humor para soportar el inexpresivo rostro de Robert y la fantasmal cara de Mia Goth, yo no lo estaba. El lunar en la cabellera de Pattison me distrajo mucho, y el rostro de Mia me resulta muy desagradable. 
Juliette Binoche es sexy, pero ese greñero falso hasta la cintura me provoca asco y la cicatriz termina por decepcionar. La película apuesta por causar repulsión, varias veces pensé en el olor del lugar y en algún momento un personaje habla del hedor que lo pone cachondo. La cosa está tan mal que uno de los viajeros prefiere dormir en el jardín. 
La nave se ve chafa, como si la hubiera hecho yo con cartones o algo así. Imagínate que Robert arregla el aire acondicionado con un par de golpes, lo mismo que harías en un hotel barato de Acapulco. Los trajes espaciales los armaron en colaboración con Fantasías Miguel y las Galerías El Triunfo, ninguna serie de TV de los setentas se hubiera animado a ponerlos en pantalla. Me imagino saliendo de la cárcel, llegar al área de lanzamientos y ver el traje espacial, allí mismo intento huir para que me disparé un policía. 
Lo único bueno y novedoso de la nave es el cuarto oscuro en que hay todo tipo de accesorios para masturbarse. De hecho, la escena en que la Binoche entra es la más interesante del filme. Otra cosa buena es que la bebé crece y se convierte en la bonita Jessie Ross. 
En resumen, nada nuevo bajo el sol y sí, la película es existencialista. No gasten en verla. Supongo que en un par de meses aparecerá en Netflix. Además está en muy poquitos cines. (Ab.) Si te gustó esta reseña, compártela con tus amigos; si la odiaste, con tus enemigos.


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