Normandie nue - Philippe Le Guay (2018)

Normandía al desnudo es una comedia francesa que se ríe de las conductas contradictorias del ser humano. De manera ligera muestra la difícil situación económica por la que atraviesa la región francesa del título. La población debe mucho dinero que invierte en maquinaria y equipo para que el campo produzca; sin embargo, la carne y los lácteos no dejan suficiente dinero para vivir. La trampa del capitalismo tiene contra la pared a los campesinos y agricultores. Eso provoca que los pequeños pueblos sean abandonados por sus habitantes originarios al tiempo que reciben gente que huye de la vida en la ciudad y que no puede adaptarse del todo. El pasto es siempre más verde del otro lado de la cerca. Todos soñamos con vivir en el campo, lejos de los embotellamientos viales, con aire puro y comida saludable, pero no estamos dispuestos a pagar el precio de nuestro sueño. Todas las cosas tienen su lado feo.  
El filme nos cuenta varias historias. La idea central es que la gente se alborota por la llegada de un Spencer Tunick, es decir, un fotógrafo que goza encuerando pueblos enteros. El rechazo inicial a la propuesta fotográfica es reconsiderado ya que significa una oportunidad para hacer notar a las autoridades la necesidad de apoyos económicos. Una y otra vez nos dicen que no tienen nada. Están en pelotas.
Las historias satelitales incluyen: un romance entre una carismática obrera y un joven que esta cerrando la tienda de fotografía de su padre; un pleito de tierras entre vecinos; un farmacéutico mojigato que se opone a la foto grupal; el carnicero celoso e infantil que considera una infidelidad que su mujer se desnude; un parisino que se aferra a vivir en el campo; un supermercado que se instaló en el municipio vecino y el alcalde que se siente traicionado por su pueblo. 
Pueblo chico, infierno grande. Dan ganas de encuerarse y mostrarles que hacer una foto es inofensivo. Cierto, pero ellos se conocen desde siempre y se seguirán viendo. Así de simple y así de complicado. Los celos y las viejas disputas se convierten en el motor del desastre y el fotógrafo, aunque hace un ejercicio de paciencia enorme, es y será siempre un extranjero. 
Somos unos animalitos muy complicados y está película nos los restriega en la cara mientras nos dibuja una sonrisa. Una película simple, una reinvención bucólica de The Full Monty (1997). 

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