Kingsman: The Golden Circle - Matthew Vaughn (2017)

Cuando pisas la sala de cine con ganas de ver un filme como éste, sabes que todo será posible. No puedes entrar y seguir pensando que las reglas de la realidad continuarán vigentes. Cualquier biotecnología y cualquier gadget son posibles. 

Cualquier acrobacia puede ser realizada por los humanos aunque el humano sea Elton John. Obviamente los espías son indestructibles, al igual que su ropa y sus accesorios. En otras palabras, sabes que lo que verás es pura fantasía.

Esta segunda entrega de Kingsman rebasa por mucho las locuras de la anterior y por ello logró hacerme reír en más de una ocasión. Pero pongámonos un poquito serios. Si bien la película divierte y entretiene desde el inicio, el error central es la mojigatería. 

Me explico. La malvada Poppy, Julianne Moore, controla el mercado global de las drogas y logra con un virus mortal infectar a todos sus clientes, exactamente medio mundo. Entonces a cambio del antídoto solicita legalizar las drogas y hasta pagar impuestos. 

Si eso fuera cierto, estoy seguro que el mundo entero levantaría un altar para Poppy. Tal amenaza evidentemente absurda, es recibida por el presidente americano con inteligencia y decide que los adictos deben morir porque son una carga para la sociedad. En consecuencia, finge interés en aceptar la oferta malvada porque así acabará con el problema de las drogas sin meter las manos. 

Todo va muy bien pero el héroe de esta franquicia tiene una novia drogadicta de la realeza que no puede dejar morir y terminará salvando al mundo, si por mundo entendemos a los drogadictos. Se descubre el plan del presidente de los Estados Unidos y lo destituyen. ¿De verdad? Eso ya no es fantasía, ¿será esquizofrenia? 

¿Cuál es la moraleja de esta bonita historia? Que los humanos tienen derecho a consumir drogas prohibidas y no pagar pagar con su vida. Me encantan estas películas. Por eso pregunto: ¿Nadie en el estudio revisa que el mensaje no sea absolutamente ridículo? 

Advertidos quedan.(Ab.)