La Cocina - Alonso Ruizpalacios (2024)
Ya está en Max, LA COCINA. A través de los ojos de Estela, una joven de Huauchinango, Puebla, que no habla inglés, llegamos por barco (WTF?) a Manhattan, mientras entre la nubes, ella mira a Juan Salvador Gaviota. Después, ya en tierra, Estela llega en metro a Time Square y a pie hasta The Grill en busca de Pedro Ruiz. Pero la puerta del frente está cerrada, ella debe entrar por la puerta trasera y saludar a la rata que come pizza. Estela entra a un oscuro laberinto guiada por Nonzo y el destino empuja a que sea contratada casi sin abrir la boca y sin haber visto a Pedro. Gracias Nonzo Estella puede ser Stella by Starlight (busca la versión de Ella Fitzgerald) y ya está en la cocina. ¿Pero quién es Pedro? Es un rencor vivo, es un soñador, es un cocinero, es un migrante, es el impuntual, es el mexicano trabajador que se fue al otro lado en busca de un mejor futuro, es quién te traicionará 3 veces antes de que cante el gallo, es el que regala comida que no es suya, el que pelea con otros sin motivo, el que te pide un cigarro y te roba dos, el alma de la fiesta, el talentoso, el lépero, el hijo ausente, el que pone los apodos, el mojado, el que envía dinero a su madre, el poblano que alguien tuvo en mente cuando escribió el dicho "Perro, perico, poblano, no lo toques con la mano, tócalo con un palito porque es un animal maldito".
En la ruidosa cocina subterránea y multicultural, representación del mundo o del infierno, Estela se convertirá en Sanborns gracias a la venenosa boca de Pedro. Quizá sólo los mexicanos entienden el chiste. La representación en exceso realista de la vida en la cocina termina siendo tan hipnótica como desagradable.
Pedro está buscando algo, pero está perdido. No sabe qué busca. Quizá nunca pensó en eso, quizá sólo busca la Green Card, quizá busca una familia, quizá sólo quiere sentirse aceptado. Cuestiona a otros en busca de un sueño que pueda adoptar. Pero todos los sueños le parecen poco. Es más fácil que adopte un hijo, que un propósito de vida.
Aunque la cinta coquetea con convertirse en un capítulo más de "Mujer: Casos de la vida real", logra evitarlo. La relación con Julia y el embarazo son herramientas para analizar a Pedro. Él consigue el dinero para el aborto que intenta evitar. Vive y trabaja en suelo gringo pero extraña una playa en México y quisiera volver a casa llevando un hijo y una esposa. Quiere ser alguien.
Raul Briones da cuerpo al espíritu gandalla de Pedro. Se transforma en el resentido que no sabe quedarse quieto y jode por deporte. No entendí porque los otros cocineros soportan al mexicano. A la media hora, con apenas 5 minutos de Pedro en pantalla, ya deseaba que Max lo matara. Pero la broma es para Pedro. Le hacen la advertencia: Al tercer strike se irá. Está tan atrapado como las langostas en el acuario. La vida no es lo que él imaginó y lo revienta.
Es cierto que hay una par de detalles fuera de lugar, como el barco inicial que deja la estela en el mar o la inundación de Cherry Coke en treinta segundos, pero a cambio entrega momentos maravillosos. Odié a Pedro, y sólo me agradó Nonzo, pero la cinta es muy buena. ¿Qué más quieres de la vida? (Ab.)
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