Dumbo - Samuel Armstrong, Norman Ferguson, Wilfred Jackson, Jack Kinney, Bill Roberts, Ben Sharpsteen & John Elliotte (1941)

Después de ver algunas reseñas de la nueva versión de Dumbo que se estrenó hace unos meses,  perdí el interés por verla y sentí curiosidad por la original. No estoy seguro de haberla visto antes, aunque hay escenas que me resultaron conocidas. Es posible que mis padres me hayan llevado a la matiné del hoy extinto cine Coyoacán, pero quizá es un falso recuerdo. Supongo que todos conocen la historia, pero por si hay alguien que no la conoce, la resumiré. Una elefante de circo tiene una cría con orejas enormes. Todo el mundo se burla y ella intenta proteger a su cría, pero las cosas se salen de control y los separan. Un ratón se apiada del pequeño y tras un par de aventuras descubren que puede volar. El ratón convierte a Dumbo en la estrella del circo. Eso es todo. El ratón se roba la película, Dumbo es sólo el patiño. Quizá la anécdota es breve pero el desarrollo es estupendo. Me sorprendió que terminara tan pronto, esperaba más. Apenas dura una hora. Lo bueno, si breve, dos veces bueno.  Llamó mi atención la la música y su sincronía con la imagen. No es novedad, no podría serlo a más de 75 años de su estreno, pero esto fue lo que forjó la reputación del estudio y vale la pena ponerle atención. 
El principio con la cigüeña me molestó, no pude evitarlo. Aunque sonreía como un bobo, esas mentiras para niños siempre me han parecido perversas. Las sufrí en los setentas, me provocaban muchas preguntas: ¿A qué dirección se envía la carta? ¿Qué tan específica puede ser la petición? ¿Cómo decidían qué niño llegaba a cada familia? Aunque a veces soltaba las preguntas, nadie decía la verdad. Cuando supe sobre el sexo, me sentí traicionado por la gente que me rodeaba. De cualquier modo, hoy me resulta simpática la bobada de la cigüeña sufriendo por entregar su carga, supongo que a otros también porque Disney recuperó la idea para el corto Partly Cloudy (2009)
La secuencia de la locomotora cantante me gustó mucho, de niño tuve una a la que se le insertaban discos y fue el mejor juguete que tuve. La secuencia de la instalación de la carpa es nefasta por racista, la canción señala que los trabajadores, gente de raza negra, hacen ese trabajo por no haber querido estudiar. No imagino un peor prejuicio que ese. Así era Disney en los 40. Quizá por eso ahora buscan cambiar la raza de los personajes de manera injustificada. La culpa es cabrona.
Otra cosa molesta es el rol femenino. Las hembras son unas chismosas, alborotadoras con un toque de sumisión. La película está llena de prejuicios. Los payasos son unos borrachos estúpidos y los cuervos también tienen un toque racista, en español son como gitanos y en inglés parecen vagos negros, listos, pero vagos. Una película así, hoy causaría un gran alboroto, pero en su momento fue un gran éxito comercial. Es bueno descubrir que hemos avanzado un poco. 
Las mentiras sobre los efectos del alcohol son alocadas, quizá contraproducentes, dan ganas de probar eso que se tomaron. El alucine es fantástico. Las secuencias de las burbujas y los elefantes rosas son geniales. Los cuervos y los payasos también valen mucho la pena. La moraleja de aceptación y superación personal sigue vigente y el final feliz se agradece. Los dibujos con siluetas a través de las carpas son estupendos, en uno incluso es posible distinguir el contorno del cuerpo y de la ropa.
No sé de dónde saqué la idea de que era una película triste. Grave error, es divertida y las mejores escenas dan un poco de miedo. No sé si este filme es para niños, pero a veces los niños tienen más criterio que los adultos. (Ab.)
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