Ballad of a Small Player - Edward Berger (2025)
MALDITA SUERTE, en Netflix, es un peliculón. Pero claro que los que no salen de Rápido y Baboso o Mad Max: Fury Road (2015) dirán que es aburrida. Una pizca de Leaving Las Vegas (1995) y un trozo de Uncut Gems (2019) se sumergen en una meditación budista en Macao. Si alguna vez has llegado a Macao por el mar, ver la ciudad es un sueño. Algo tiene este lugar que genera una atmósfera irreal, quizá sea la mezcla entre templos y casinos quizá la limpieza y la niebla. La historia es simple, un estafador adicto al juego que se hace llamar Lord Doyle (Colin Farrell) debe muchísimo dinero al casino en que se hospeda. El hombre está desesperado, no tiene ingresos ni ahorros y busca una oportunidad pero siempre apostando. Un trabajador del hotel le recomienda un casino alejado de la zona elegante. Allí, una mujer, Dao Ming (Fala Chen), le permite volver a jugar y con simples gestos genera con ella una relación significativa. Lord Doyle recibe un ultimátum por parte del casino, si no paga en 4 días irá a la cárcel. El tiempo se escurre y el deudor protagonista es acosado por una investigadora interpretada por Tilda Swinton. Además otro apostador fanfarrón (Alex Jennings) aprovecha el mal momento de Doyle.
La frontera entre lo real, lo onírico y lo espiritual se borra y es imposible deducir que es lo que en realidad sucede. Pero Dao Ming rescata a Lord Doyle y del agua salada brotará el remedio a los males del apostador. Pero la respuesta no es puro placer, hay un doloroso crecimiento para Doyle.
El diablo está en los detalles desde el bléiser rojo hasta los guantes amarillos de Savile Row, pasando por el plano holandés de Doyle bajando por las por la escaleras eléctricas y el modo atormentado de mirar las cartas, la cinta sabe subrayar la insignificancia de nuestras vidas y la contrasta con los gigantescos hoteles.
Una veloz búsqueda en Google te dirá que: El impulso principal detrás del juego es la esperanza de ganar dinero. Apostar activa los circuitos de recompensa del cerebro, liberando dopamina, una sustancia química asociada con el placer. Para algunas personas, apostar es una forma de lidiar con el malestar emocional, el aburrimiento o el estrés, buscando un escape temporal de sus problemas cotidianos.
De cualquier modo, creo que los apostadores, como otros adictos, se sienten tan pequeños en este mundo que buscan que todo termine pronto. Creen no tener control sobre sus vidas y por eso están dispuestos a perderlo todo. Los casinos lo saben y viven de ellos. Quizá sólo necesitan un espíritu que se apiade y les ayude a recuperar la confianza. (Ab.)







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