Ouija: El origen del mal, en Netflix, es más de lo que esperaba. Comienza con una timadora profesional que es ayudada por sus dos hijas y lentamente se transforma en una experiencia paranormal originada por el sufrimiento humano. Para empezar sorprende que el inicio sea tan semejante al de
Trama Macabra (1976), parece que los médiums están conscientes de que realizan una labor social al encausar la angustia y transformarla en esperanza por un bajo precio. Un placebo tiene altas probabilidades de hacer el trabajo de una droga. El timo no es tal si logra encauzar el duelo. Por otra parte, esa base sólida del poder de la mente humana no se utiliza exclusivamente para hacer el bien. El dolor también deja huella. Pero la cinta sabe hacer la transición con un dulce. ¿Quién no ha soñado con descubrir un tesoro enterrado bajo un árbol? Las viejas leyendas cuentan que la gente escondía dinero y joyas en los muros. Así que imaginar que el espíritu de tu padre te lleva de la mano a encontrar dinero que te resuelve un problema grave es un modo amable de ingresar en el mundo de la magia. Además, no es el único dulce que te lleva por el camino.
Pero, siempre hay un pero. Las leyendas dicen que ese tesoro de un duende, una bruja o un muerto está atado a emociones que normalmente se convierten en una maldición. Ese dinero debe ser descubierto por alguien que lo merezca o queda condicionado a ser usado correctamente. Los espíritus son quisquillosos con la educación financiera.
Aquí la cinta hace un cruce con el poder de la palabra. En el principio fue el verbo, las palabras ensanchan el mundo. Así como Adán nombró a los animales en el paraíso, los espíritus necesitan comunicarse. La Ouija sirve para el primer contacto pero es incómoda, es como ir al telégrafo. El médium (en plan práctico) es una bocina que hace obsoleta la ouija y resulta mucho más eficiente para transmitir emociones, buenas y malas.
La cinta juega con la tensión sexual, normalmente es la adolecerte que se interesa en un hombre por primera vez y perderá la virginidad la que recibe el castigo. Pero en este caso, hay competencia, una viuda que se interesa en el sacerdote también merece la atención de los espíritus. Así que hay tensión por ver quién pagará el pato.
El trabajo de las actrices es estupendo. Elizabeth Reaser, Annalise Basso y Lulu Wilson dan la impresión de familia y forman un buen grupo que con grandes ojos nos obligan a desear que se salven. Por gracia divina este filme escapa de la política de inclusión, salvo que leer polaco quepa en esa categoría.
Parece un churro lleno de clichés y lo es, pero uno bien hecho. Con mucha azúcar encima y con abundante relleno de cajeta espesa. Si te gustan las de miedo, quizá no verás nada nuevo pero podrás reconocer un producto bien armado que cuida los detalles. (Ab.)
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