Amadeus - Milos Forman (1984)
Salieri explica a su héroe la realidad del mundo. Amadeus no logra todo el éxito deseado porque ha sobrevalorado la capacidad de la audiencia. El emperador bosteza porque no está listo, es incapaz de apreciar la obra. Que la pueda encargar y pagar no significa que sea capaz de disfrutarla. El emperador intentaba ser un hombre ilustrado, por eso apoyaba el arte. Pero sus gestos delatan su inseguridad y falta de criterio. En contraste, la soberbia de Wolfie quizá no fue soberbia. Él conocía el tamaño de su talento, no había otro como él. Su ego tenía como base la certeza de ser superior a los compositores de su época. De cualquier modo, la vida lo humilla.
La biografía del genio sirve de gancho, pero entre sus hilos se cuela una salvaje crítica social. La soberbia empaquetada en una caja negra que con letras doradas lleva inscrito "todos somos únicos". Nos han engañado, quizá somos únicos, pero no somos sobresalientes y tampoco somos iguales ante la ley ni ante Dios. Todos somos humanos y nuestra vida merece respeto, pero la igualdad es sólo una idea nunca ha existido.
Hasta para apreciar el arte se necesita preparación. El arte es muy difícil de digerir si no se tienen los conocimientos básicos. Es imposible valorar correctamente una pintura si nunca se ha tomado un pincel. Es ridículo valorar una escultura si nunca se ha intentado tallar una piedra. La calidad se logra con mucho trabajo, estudio y dedicación; sin embargo, el trabajo y el esfuerzo no garantizan un producto de calidad. Basta decir que los genios no se dan en maceta.
Hoy, Cristiano Ronaldo y Leonel Messi quizá sean los humanos más famosos del planeta; Bernand Arnault es el más rico del mundo. Esos nombres serán nada en el futuro, morirán con su cuerpo porque lo que dieron al mundo es intrascendente. John Lennon fue asesinado como un perro rabioso en la puerta de su casa. AMADEUS, el genio indiscutible de la música de todos los tiempos, fue sepultado en una fosa común. Somos todos diferentes, pequeños e insignificantes, apenas de vez en cuando nace alguien verdaderamente especial. La mediocridad es constante, pero la intención de vencerla debería ser eterna. Urge un diluvio de humildad. (Ab.)
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