Misery - Rob Reiner (1990)

Si no las has visto, corre a ver esta estupenda cinta de terror en Amazon. Ya sabes que odio la nieve y comencé a odiarla mucho antes de ver esta cinta; si tú la amas, quizá este filme logre hacerte cambiar de opinión. Un escritor exitoso que se dedica a las novelas del corazón, tiene el ritual de recluirse a escribir en unas cabañas en las montañas de Colorado. Una vez que termina de escribir pide una botella de Dom Pérignon y vuelve a casa. En esta ocasión, asesina a su personaje principal y renuncia al estilo de sus éxitos, pero al salir, como castigo, la tormenta de nieve lo traiciona. Pierde el control de su Mustang, sale de la carretera, el auto se vuelca y queda atrapado en la nieve. Una noble mujer, enfermera, Annie Wilkes, lo rescata y lo lleva a su cabaña para que se recupere. Eso es todo lo que necesitas saber de la trama. Pero si no te parece suficiente, la cinta está basada en un libro de Stephen King y los actores principales son James Caan y Kathy Bates.

El miedo es una cosa muy peculiar, cada persona tiene miedo de distintas cosas. Puedes tener miedo de quedar atrapado en la nieve, de chocar, de pasar hambre o de morir. Puedes temer ser exitoso, ser millonario o ser famoso y tener admiradores. Pero supongo que nadie quisiera estar secuestrado ni romperse las piernas. Hay miedos tan extraños y profundos que ni siquiera los conocemos y los descubrimos demasiado tarde.

Stephen King exorcisa sus miedos en Misery. No quiere ser Corín Tellado, no quiere ser obligado a trabajar en un tema comercial y no quiere ser recordado por las obras que él mismo considera deficientes. O quizá sólo se burla de sus críticos.

Además de enfrentarnos a una situación de terror que no requiere de demonios, fantasmas ni universos paralelos, la cinta parece insistir en analizar el estúpido y socialmente aceptado concepto del amor. Confundimos la admiración y el deseo con el amor y lo ejercemos como posesión. Hay una torpe necesidad de control sobre lo que decimos amar, eso no es amor, no sé que sea, pero amor no es.

Por otra parte, subraya que las adversidades sacan lo mejor de nosotros. El escritor recluido debe recurrir a todos sus trucos, a lo más profundo de su creatividad para mantenerse a salvo. Incluso a sus miedos. Grandiosa metáfora. (Ab.)

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