No desearás la mujer de tu hijo - Ismael Rodríguez (1950)
Este filme es la segunda parte de LA OVEJA NEGRA (1949). Silvano (Pedro Infante) y su padre Cruz Treviño Martínez de la Garza (Fernando Soler) están solteros. Así que la nana Agustina mete a la casa a Polita (Irma Dorantes) para que Cruz se encandile y el deseo sexual le sacuda el duelo y lo levante de la cama. Pero ya sabemos que el listo, pescador en el río revuelto, es el Tío Laureano (Andrés Soler) que trae a su hija Josefa (Carmen Molina) para quedarse con parte de la hacienda. Como por arte de magia, los dos, Silvano y Cruz, empiezan a interesarse por la recién llegada. La trama es una locura porque el viejo Cruz insiste en que es joven y cree que todavía es un hombre atractivo para las mujeres. Quizá nunca escuchó que de viejo, o das dinero o das asco. O tal vez confía demasiado en su estatus y el hambre de la población femenina. Por allí se cuela una trama del pasado, Silvano, además de presumir a su caballo Kamcia, sigue enamorado de Marielba, pero ella está casada con el adinerado Regulo González. A manera de relleno, Silvano y Regulo tendrán problemas que se arreglan con jugar a la ruleta rusa y terminan siendo amigos.
La película parece hecha como las de Marvel, para explotar el impulso de la primera y recaudar dinero. Pero se insiste en esa idea del gran respeto (doble moral) entre padre e hijo que se pierde en el momento en que deciden ser amigos. Lo mejor del filme es la escena en que Silvano mata a Kamcia y Cruz a su perro.
Mal ejemplo para el macho mexicano ese Silvano que siempre intenta quedar bien con su borracho y ridículo padre. De cualquier modo, estas películas son entretenidas y tienen canciones. Ya quisiera México hacer una película tan buena hoy. Obviamente, hay final feliz con boda, como lo planeó el Tío Laureano. (Ab.)
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