Tora no o wo fumu otokotachi- Akira Kurosawa (1945)

Los hombres que caminan sobre la cola del tigre fue apenas el quinto trabajo de dirección de Akira Kurosawa, dura menos de una hora y, aunque la historia es simple, ya muestra cosas interesantes. La película nos advierte con un breve texto que la historia ya comenzó. Yoshitune, el hermano del Shogun Yoritomo, está huyendo con seis hombres disfrazados de monjes errantes. Una traición familiar hace necesaria la huída. Un cargador que viaja con ellos, que está muy bien informado de lo que sucede, descubre, sin desearlo, a las personas que acompaña. Los samurais no intentan mantener el engaño. El  cargador les hace notar algunas fallas en su disfraz y después les avisa que es lo que sucede en un fuerte fronterizo cercano. Las fuerzas del Shogun están sobre aviso y tienen órdenes de detener a Yoshitune. En resumen, la película muestra a un grupo de hombres que deben ir del punto A al punto B, venciendo un obstáculo. En mi opinión ese es el resumen de cualquier vida. La película está basada en la obra kabuki Kanjinchō y se nota. Las actuaciones, la música y la puesta en escena son teatrales y muy tradicionales.

Lo sabroso de esta cinta radica en el testigo cómico que por momentos parece divertido y de buen humor y a ratos preocupado por la vida de los viajeros. También en el contraste entre la seriedad Benkei, el responsable de la caravana, mientras dice mentiras y la ligereza del cargador que dice la verdad o es delatado por sus gestos. 
Los apariencias siempre son relativas, Kurosawa nos hace deducir que los falsos monjes son gente honesta y merece vivir. Mientras que el enemigo ausente es un traidor y los oficiales de la fortaleza son gente leal que cumple su trabajo, a pesar de comportarse con arrogancia, son súbditos.
Hay un detalle que me dejó pensando. Cuando la caravana es alcanzada y recibe el sake, parece que los encargados de llevar la ofrenda reconocen al fugitivo. Lo mismo durante las pruebas a que son sometidos los monjes. El responsable de la fortaleza se muestra convencido de la falsa identidad de los viajeros, pero hay algunos gestos que lo delatan como cómplice. 
El disfraz no engaña a nadie, todos saben la verdad, pero  la farsa es necesaria, el ritual se cumple porque todos desean ser convencidos y salvar la virtud de quién se esconde bajo el sombrero. Otra escena importante que puede parecer extraña, es cuando Benkei bebe en exceso. Hay cierta ambigüedad en la escena. El sake puede ser una trampa o un obsequio. Sin importar que sea, el responsable debe actuar conforme a sus principios. Si toca beber y morir para proteger a su líder, está bien, que así sea; si toca beber y gozar, igualmente. La vida es para vivirse, para actuar, para hacer.

Los principios budistas aparecen poco, pero se hacen patentes. Al final son más evidentes. Aquél que obró de buena fe y con compasión es recompensado. Ese hombre fluye como las aguas de un río y está en armonía con su entorno, por eso baila. Su vida es una danza que celebra la vida. Kurosawa era un genio y no me canso de ver sus películas. (Ab.)
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