Midnight Run - Martin Brest (1988)

Fuga a la media noche es una joyita ochentera que puedes ver en Netflix. Es difícil entender que esta cinta sea pertinente con más de treinta años. Todo ha cambiado, hemos sido invadidos por lo políticamente correcto, la tecnología inútil y las ideas progre. Pero la esencia del ser humano no ha cambiado. Así que ya viste la basura pedófila de Misión de rescate, podrás sacarte el mal sabor de boca y apreciar todas las virtudes de este filme viejito. La historia es la misma, ir por alguien y llevarlo a otro lado, pero el cine de antes rescata el espíritu humano y muestra el modo correcto de hacer las cosas. Aunque el recorrido pasa por aire, tierra y agua el movimiento es un gran viaje que cruza todo gringolandia, va de Manhattan a California. Las escenas utilizan aviones, trenes, autobuses, coches y miles de llamadas telefónicas porque la distancia no puede recorrerse en bicicleta. Cada cambio de vehículo tiene una razón. Los personajes protagónicos tienen personalidad y motivaciones definidas. Incluso se aplica la máxima del guión: saben qué quieren pero no lo que necesitan. La relación se construye paulatinamente y no es una amistad impuesta a la pareja dispareja de ex policía incorruptible (Robert De Niro) y el contador Robin Hood (Charles Grodin). 
Los personajes secundarios no están de relleno, tanto Mosley como Dorfler, modifican el curso de la historia. Incluso los personajes intrascendentes, dada su importancia jerárquica, son interpretados por buenos actores como Dennis Farina, Joe Pantoliano y Philip Baker Hall. Los detalles con los objetos son relevantes: el reloj y las esposas son importantes, la camioneta que roban cumple una función. Se siembra al inicio para cosechar más tarde, por ejemplo portazo que se devuelve o el miedo al avión.
En pocas palabras, es una cinta de acción como cualquier otra, donde lo importante es mantenerte entretenido, pero hay oficio en el director y por eso los personajes, aunque sean bobos, son personas, son humanos de carne y hueso. Tienen hábitos, como robarse los cigarros de los detenidos o usar lentes oscuros o comer cada que tienen unos minutos libres.
Aquí la diversión no está sostenida con secuencias de peleas  robotizadas de seres incansables e invulnerables. Quién haya peleado a puño limpio sabe que cada madrazo cuenta y que las peleas no duran quince minutos. Es cierto que se abusa en la destrucción de vehículos, pero esa era la tendencia. No había pantalla verde, había patrullas para voltear, chocar o explotar.
Quizá me gana la nostalgia, pero los personajes usaban su ingenio y no dependían de su físico. La maña era más importante que la fuerza. No había lealtades ciegas, los protagonistas pensaban y reaccionaban a las circunstancias, eran capaces de distinguir cuando su confianza había sido traicionada y siempre eran leales a sí mismos. 
Creían en algo pero tenían criterio. Un personaje con inteligencia y maña es parte esencial de una buena cinta. Los héroes de Marvel carecen de mañas, son policías idiotas que escogen un bando y son incapaces de reaccionar cuando las circunstancias cambian. Lo mismo que el asesino de Misión de rescate, lo mismo que el señor que insiste en gastar en una refinería cuando el petróleo no es el futuro y su valor disminuyó. 
Los humanos se suponen inteligentes, por eso entienden cosas, analizan información y descubren lo oculto, cambian sus razones y su motivaciones, reaccionan al cambio y se adaptan a las nuevas circunstancias. Quien no reacciona al cambio puede darse por muerto. Si los humanos son así, los personajes deben ser semejantes.
El personaje de De Niro, Jack Walsh, sufre mucho ese proceso. Cambiar de opinión implica mucho dolor. Sin embargo, al final, logra cambiar su perspectiva. Por eso el filme acaba allí y no antes ni después. La cinta termina cuando Jack, acepta que todo ha cambiado y suelta sus ideas. Entonces el destino lo recompensa. (Ab.)
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Comentarios

  1. La vi hace tiempo y sí, está bastante recomendable. De Niro me gusta mucho.

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