The Shack - Stuart Hazeldine (2017)

La cabaña está en Netflix. Cuentan las malas lenguas que los niños WASP se dormían en el catecismo. Entonces algún exiliado del Jesus Camp decidió hacer una película para explicar a los niños los principios básicos del cristianismo. Ahora los niños no aprenden sobre los misterios de la fe y se duermen como angelitos cuando les ponen el filme La cabaña. Que no te engañen, esta cinta no trata sobre un padre atormentado por haber perdido a su hija a la orilla del lago, ni sobre el secuestrador y su arresto. Esto es teología cristiana para principiantes inspirada en un libro del canadiense William Paul Young. La exposición de la doctrina se apoya en el caso imaginario de un hombre blanco, Mack, con trabajo, casado con la fea rubia Nan,  con tres hijos, Kate, Josh y Missy. La vida feliz de Mack se quiebra cuando pierde a su hija menor mientras intenta rescatar a los otros que se voltearon en un kayak en el lago. La niña desaparece y entonces una profundísima tristeza se apodera del corazón de Mack. Pero Dios le manda una invitación y le cambia la vida.
Quiero ser muy claro. El chiste es que Dios recibe a Mack en una cabaña y se toma la molestia de explicar su existencia y su modo de actuar. Pero la representación de esto es tan simplona e idiota que ni los niños con el coeficiente intelectual más bajo se tragarían que un hombre visite el paraíso y se mantenga tan incrédulo y atado a la vida material.
Si intento dar por bueno el supuesto de que el Dios cristiano me lleva a un sitio imaginario y las tres personas de la divina trinidad se presentan e interactúan conmigo. La conclusión lógica sería que las barreras del entendimiento se rindieran ante la evidencia, mi fe se confirmaría y caería en éxtasis. No es mi caso, soy budista, pero supongo que si Dios se me presentará bajo ese avatar no tendría opción.
Mack, a pesar de ser cristiano, es tan pendejo que insiste en rechazar a Dios padre, a Jesucristo y al espíritu santo y cuestiona sus motivos y su actuar. Además, con una paciencia divina, el ser superior toma todo tipo de atajos y utiliza varios trucos babosos (caminar sobre el agua), para intentar que este pedazo de imbécil comprenda apenas los elementos más rústicos de la teología.
La película es tan extraña que parece una parodia. Dios, a pesar de ser Dios padre, tiene la forma humana de Octavia Spencer, en español, una mujer negra de baja estatura con sobrepeso. Jesucristo es interpretado por el actor Avraham Aviv Alush, un israelí de origen Tunecino, con rasgos árabes. Y el espíritu santo, bajo el nombre de Sarayu, es interpretado por Sumire Matsubara, una actriz japonesa hermosa. Esta divina trinidad se burla buena parte de la cinta de la terca actitud y escaso entendimiento de Mack. Es como si una familia cualquiera se burlara del perro que se persigue la cola.

Para mayor desgracia, Dios padre decide transformarse en Graham Greene, un actor de origen amerindio y en Alice Braga, una actriz brasileña. Esto, aunque tiene un trasfondo educativo, rompe la frágil metáfora de la divina trinidad y reitera la imbecilidad de Mack.
Ya que este filme pretende explicar la voluntad divina, decide resolver todos con un deus ex machina. Todo fue un sueño provocado por una experiencia cercana a la muerte. Haya sido no un sueño, el hombre se aferra a su experiencia para cambiar su actitud ante Dios. 
No veas esta película con ojos serios y profundos, mírala con ojos críticos y pasarás un rato de silenciosa risa en tu cabeza. Por ejemplo, hay una escena en que Mack puede ver a su hija muerta, después le permiten enterrarla y después, Dios presenta a Mack la opción de morir o vivir. Esta secuencia de hechos no tiene sentido. Por cierto, las actuaciones son malísimas. (Ab.)
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