CÓMPLICES DEL ENGAÑO, en Netflix, es una película perfecta para el domingo. La pasarás bien si pones el cerebro en piloto automático y no tendrás que poner pausa mientras te levantas por botana o cerveza. La película se sostiene porque Glen Powell luce el trabajo de maquillaje, peinados y vestuario en ese maestro / policía / actor llamado Gary Johnson, mientras la nepo-baby Adria Arjona es lo suficientemente sexy para mantener tu atención como Madison. Es cierto, que la historia se estanca en lo mismo y repite situaciones, pero tú sabes que esto no es cine de autor. Esto es entretenimiento, así que las reiteraciones no deberían incomodarte. Si Madison Figueroa es una psicópata, es difícil entender que acepte como novio al bobo Gary, pero es que Gary es Ron y Ron es un psicópata. Es Edward Norton fingiendo ser Tyler Durden, la semilla del asesino ya existe en Gary y por eso actúa como Ron. Madison y Ron están un poco mal de la cabeza. Lo verdaderamente raro es que Madison salte de ser esposa sumisa y sufrida a asesina. Ni una vez vemos al ex siendo violento y cabrón.
La debilidad del filme es que los enredos no son tan enredosos y resultarían totalmente idiotas si no fuera por la presencia Jasper (Austin Amelio). Su resentimiento con Gary y sus ganas de recuperar su chamba son el motor que logra que la cinta no se derrumbe.
Es posible cortar 10 minutos y la cinta se sentiría más ágil y compacta, pero supongo que esos minutos extra están para que disfrutes de Glen, Adria y su química. Además supongo que los huecos del guión se rellenan con la verosímil y excesiva incompetencia de las fuerzas policiacas. (Ab.)
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