Atlas - Brad Peyton (2024)


 ATLAS, en Netflix, es tan mala que divierte. El nivel de tonterías en esta cinta es tan alto que no queda otro remedio que gozar. Esta historia, seguramente patrocinada por Elon Musk, es un enorme comercial del NeuraLink que le implantarán, lo quieras o no, a tus hijos. La aventura es la cosa más tonta del mundo. En el futuro, cuando los viajes espaciales son tan comunes como salir en bicicleta a comprar tortillas, una Inteligencia Artificial llamada Harlan (tan idiota que no sabe salir del cuerpo de un chino canadiense) se vuelve malvada. Y lo que su maldad (o bondad) recién encontrada le indica es hacer un recorte de población humana para salvar al planeta. Pero los humanos la combaten y al verse amenazado huye a otra galaxia, pero jura volver para vengarse. La frontera intergaláctica es copiada con descaro del Quinto Elemento (1997). La única experta en Harlan es Atlas (JLo), una científica adicta al café, que juega al ajedrez desde niña, aunque ahora está bastante madura y se pinta las canas. En ese futuro, cada persona vive con el NeuraLink integrado. El bicho los cuida y controla, es una especie de ángel de la guarda que te avisa si te dio taquicardia y les recuerda desayunar con una voz que te calma como un amo a su perro.

Curiosamente, siendo una estratega genial, Atlas se rehusa a usar un NeuraLink y trabaja con papel y lápiz porque sufre de paranoia. No sabemos como supo que las IA's la escuchan todo el tiempo. A pesar de su desconfianza en los robots, tiene una Alexa en casa. Es decir, su paranoia es irregular porque ella tiene problemas psicológicos que afectan su congruencia.

Un día cualquiera, 23 años después del escape de Harlan, en la Tierra aparece Casca, una IA cómplice del malo y la policía idiota la ataca como si se tratara de un narcotraficante de barrio. Casca no tiene más remedio que matar agentes hasta que logran darle una descarga eléctrica lo suficientemente perra para cortarle la cabeza y llevarla a la comisaría. Como una rata cayendo en una ratonera, Atlas corre a entrevistar el cerebro de Casca y logra lo imposible, ubicar a Harlan en un planeta muy muy lejano. 

Como en el ejército todos son idiotas de tanto usar su NeuraLink para ver porno, nadie piensa que esto podría ser una trampa. La verdad, en el futuro todos son imbéciles. Harlan es tan tonto que, aunque hizo 300 copias de Casca, no hizo una copia de sí mismo y permanece en ese cuerpo chino canadiense del pasado en ese planeta muy muy lejano.

Los Wachoski deben estar llorando sangre al saber que este director no vio Matrix (1999) y hasta tienen ganas de recuperar su pene porque Harlan siendo el jefe ni siquiera es tan listo como el agente Smith. Harlan no se reprodujo ni piensa reproducirse, no puso una memoria de archivo en cada planeta en su trayecto ni dejó una escondida en la Tierra. Vive atrapado en su cuerpo y tiene un ego absurdo. El tipo se siente el papá de los pollitos y utiliza a otras máquinas como subordinados que no tienen su nivel de inteligencia e información. Supongo que eso es una tonta conveniencia del guión, pero lo lógico sería que una máquina inteligente, capaz de producir otras maquinas inteligentes, tuviera consciencia en cada una de sus creaciones. Es decir, habría una consciencia colectiva única que controlaría todos los robots y no habría jerarquías. Pero no, Harlan es tan topo chico que conserva un sistema jerárquico y se compró un coche grande. 

Atlas acompaña al ejército en misión especial al planeta muy lejano y allá, sorpresa sorpresa, antes de desembarcar, todo el equipo es atacado y derrotado. Pero ella, por conveniencia del guión, logra mantenerse con vida en un robot llamado Smith. Muchos problemas se resolverían si Atlas aceptara conectarse al NeuraLink y fusionarse con Smith, pero Atlas decide no hacerlo. Smith, experto manipulador, le pone una regañada sabrosa y le demuestra que no es tan lista como cree. Después de mucho bla, bla, bla, Atlas acepta, pero nada más la puntita, para salir de líos. Smith es persistente como PRIísta, aferrado como Mesías Tropical y con paciencia y salivita, promete que promete, logrará llegar hasta el fondo de Atlas.

Perdón, ya me adelante. Lo divertido de la cinta es la seducción (choro mata carita). Smith convence a Atlas de que él está vivo y tiene alma y todo está conectado y Dios vive en cada cosa en este Universo. Él y ella son la pareja perfecta y merecen una comunión sagrada que los hará invencibles. Pero Atlas se está perdiendo de esa hermosa realidad porque es muy pinche necia y desconfiada. Ella necesita vencer sus fantasmas y abrir la puerta al potencial. Smith es tan rollero que logra que Atlas le cuente sus secretos más íntimos y él (como macho alfa lomo plateado) le dice que nada fue su culpa y todo va a estar bien mientras se mantengan unidos. Smith es tan cabrón que antes de tener el cuerpo de JLo, conquista su alma. ¡Ay cabrón!

Obviamente, aunque todo fue una trampa irresistible como sobre manila lleno de efectivo, Atlas y Smith después de tener 100% de confianza, logran vencer al idiota Harlan que cuya limitada Inteligencia Artificial no guardó respaldo en la nube. Creo que lo olvidó por poner WiFi en todo el planeta. Unas por otras. Resulta obvio que Smith tomó clases de seducción directamente de Tom Cruise en Magnolia (1999), por eso, cerca del final, Atlas totalmente enamorada, llora su muerte. Sí, aparentemente los pinches robots son capaces de sacrificar su pila y morir de amor. 

Esta cinta hará las delicias de todo ingeniero en sistemas. Tiene más huecos que mentiras se han contado en las mañaneras. El final feliz es tan feliz que Smith y Atlas vivieron felices para siempre y adoptaron una planta extraterrestre. La moraleja de esta historia es que todos los humanos terminarán conectados a una muy confiable IA y no deben oponer resistencia. Dicen los Wachoski que no sabrás si eres hombre o mujer, serás esclavo, no tendrás nada y serás feliz. Por cierto, JLo está tan apegada a su elíptica que media cinta está trepada en el aparato moviendo manos y pies. (Ab.)

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