Armand - Halfdan Ullmann Tøndel (2024)
ARMAND, UNA ACUSACIÓN PELIGROSA es parte de la 77 Muestra Internacional de Cine y aunque al salir de la sala estaba casi enojado por haber visto semejante payasada, con el pasar de los días la cinta logro mantenerse en mi memoria y hacerme notar ciertos cosas que había descalificado en automático. Lo primero que debo decir es que la cinta es provocadora. Trata sobre el abuso de un niño sobre otro en el baño de la escuela, pero no te da nada para decidir. Todo es un chisme del que la profesora tiene una versión y el padre del afectado tiene otra, pero la audiencia no tiene nada a que aferrarse. Los niños nunca están presentes ni dan su testimonio de lo ocurrido. Eso cae mal, se siente como una obvia estrategia de manipulación. Por otra parte, nunca se da aviso a las autoridades para que intervengan con psicólogos especialistas en abuso y niños. La escuela hace el intento de que los padres negocien. El chisme se hace gordo porque la madre del supuesto agresor es una guapa mujer viuda que estaba casada con el hermano de la madre del niño víctima. Es decir, los niños son primos y conviven cotidianamente.
Quizá la idea del director es obligarnos a tomar partido a partir del chisme para evidenciar lo fácil que resulta manipular a quienes no fueron testigos de nada. Quizá también haya cierta crítica a los que creen en la palabra de los niños a ciegas o a la barrera emocional de los padres para hablar con sus hijos.
Quizá incluso se trata de una crítica a la incompetencia de los maestros para tratar estas situaciones y el profundo desconocimiento de la ley penal. O quizá simplemente es sólo un director que no siente aprecio por las mujeres y disfruta mostrándolas como locas irresponsables capaces de las más locas venganzas.
La cinta es tramposa de cabo a rabo y resuelve que un viejo conflicto entre las madres es la razón para que un chisme no pueda ser examinado con objetividad y propicie nuevos problemas. El director alimenta nuestra mente para que hagamos y deshagamos hipótesis y luego resuelve todo a la mala.
Renata Reinsve luce sexy e impresionante, casi gigante con sus tacones y su chamarra de piel. Ella es la razón para soportar esta película que sabe jugar todas las cartas de la provocación. Pero es una cinta floja, tan floja que mete con calzador un número de baile sólo para que Renata se luzca y nos embobe. Y obliga a que el elenco enmudezca ante un ataque de risa que se convierte en llanto.
Por cierto, esta dinámica absurda de maestros incapaces que intentan resolver broncas sin acudir a las instancias correspondientes ya se había visto desde otro ángulo en SALA DE PROFESORES (2023), pero aquella cinta señalaba el lavado de cerebro de la corrección política y no pasaba por una acusación de abuso sexual. (Ab.)
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