Das Lehrerzimmer - Ilker Çatak (2023)

 Sala de profesores estuvo nominada al Oscar como mejor cinta extranjera, y ahora está en MAX. ADVERTENCIA: es para hacer corajes. En esta época de la falsa corrección política, la debilidad mental y la absoluta falta de criterio, los patos le tiran a las escopetas y las escopetas se disculpan. A los alemanes les falta barrio, pero sin duda cambiaría su nivel de vida por el de México. Ningún país es perfecto. La cinta se trata de Carla, una maestra novata en una primaria. Ella es de esa generación atrapada en sus ideas que intenta ser siempre amable pero padece un profundo desconocimiento de sus derechos y de la psicología humana. En la escuela han desaparecido muchas cosas y ella observa a alguien sacando dinero de una alcancía cuando debería meter. Se calla, pero decide poner un poco de efectivo en el bolsillo de su saco, dejarlo colgado en la silla y hacer que su computadora tome video para ver que rata cae. Su grabación no captura el rostro del ladrón, pero la tela de la blusa es peculiar. Con base en el diseño de la tela identifica a la persona que, según todo indica, tomó el dinero.  Pero lejos de reportar el robo a la policía y dejar que las autoridades se hagan cargo, en su plan de ser linda, pone contra la pared a la sospechosa solicitándole que admita su culpa y devuelva lo robado. La acusada reacciona haciendo un drama fenomenal y Carla se espanta. 

Para colmo el hijo de la rata es alumno estrella del grupo de Carla y en esta primaria los mocosos se sienten abogados, periodistas, jueces y verdugos. Es un microcosmos. De modo que la maestra resulta cuestionada por sus colegas y superiores pero también por los alumnos. Cuidado: no te engañes, el video no es ilegal y, aunque no te guste, hay madres que utilizan a sus hijos como armas.

Un mexicano jamás hubiera puesto su dinero en riesgo. Nunca jamás hubiera intentado hacerse el héroe poniendo una trampa si no estuviera 95% seguro de atrapar al ladrón in fraganti. Es decir, hubiera puesto un billete falso o lo hubiera marcado, además hubiera vigilado su anzuelo desde algún lugar oculto y le hubiera regalado un zapatazo en la cabeza al culpable en cuando tuviera las manos en la masa. 

Pero supongamos que existe un raro mexicano que, como Carla, hace el numerito de la ratonera. Después de descubrir a la culpable, la hubiera buscado fuera de la escuela para darle una chinga y recuperar su dinero, además de advertirle que si la vuelve a atrapar visitará el hospital. O quizá la chantajearía para sacarle dinero. Sé que está muy mal que estemos tan acostumbrados a la violencia, pero es lo que hay.

El rumbo que toma la trama en la cinta es totalmente inverosímil para un mexicano promedio en una escuela pública. Por desgracia, no sé cual es el punto de vista de un alemán. Lo relevante de la cinta es que muestra que todos llevamos responsabilidad en este caos y que en la jungla que llamamos comunidad, más vale ser desconfiado que llevar en la espalda una aviso neón que diga: víctima. 

La reflexión es sobre lo ridículo que resulta querer arreglar los problemas por vías alternas. Primero, ten precaución, no des tentaciones, cuida tus cosas y si te joden, para eso existen instituciones o la simple y vil venganza. Los alumnos de hoy se creen con el derecho de poner tendederos en las escuelas acusando a quien quieran de cualquier delito y con derecho a suspender un evento con base en un tuit anónimo. Los profesores han perdido el rumbo y hay algunos que saludan: buenos días a todos, todas y todes. La ridiculez y la falta de criterio está permitiendo que la instituciones se quiebren. 

Carla es golpeada por un alumno y lo justifica. Quizá a eso lleguen en Alemania, pero en México se han vuelto famosos esos profesores que pelean a puño limpio con sus alumnos. Es obvio que una bronca así demuestra deficiencias en el control de impulsos, pero estoy seguro de que en ocasiones parece la única salida. Todo tiene un límite. (Ab.)

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