The Rocky Horror Picture Show - Jim Sharman (1975)


 Gracias a la alianza de Star / Disney pude disfrutar de este extraño film que ha pervertido mentes durante más de 40 años. El Show de Terror de Rocky no es para todos, pero es una obra maestra. Desde niño escuché, en voz de Timbiriche, El Baile del Sapo y me parecía una locura incongruente pero muy atractiva. Hasta ahora entiendo que Julissa podía robarse impunemente Vaselina o el Show de Terror de Rocky y hacer de ellos una versión digerible para la audiencia infantil mexicana. La película es de estética teatral ya que se basa en un musical estrenado en Londres en junio de 1973, pero fue tan vanguardista que inspiró a Damien Hirst a poner animales en esas enormes peceras de formaldehído. La historia es sobre una pareja, Brad y Janet, que realiza un viaje por carretera y se pierden en una noche lluviosa. Así llegan a una gran casona, casi un castillo, en la que se celebra la fiesta de la Convención Anual Transilvana. El anfitrión es el Doctor Frank-N-Furter que para su placer ha creado a un rubio llamado Rocky Horror. La idea es invitar a la gente a disfrutar del sexo sin poner mucha atención en la elección del compañero. La música ¿rock? es muy importante ya que a cada escena corresponde una canción, así que ver a Meat Loaf entrar a escena en una motocicleta para cantar es puro gozo.

Ver a Susan Sarandon tan joven es una sorpresa muy agradable y descubrir a Tim Curry como líder absoluto de este filme es maravilloso, ambos se lucen. Aunque la ropa y los escenarios tienen algo de tosco y artesanal, el conjunto logra un efecto deslumbrante que el mundo travesti ha intentado replicar sin éxito por décadas.

Esa mezcla de cine de terror del estilo de Ed Wood con todo tipo de personas usando ligueros y tacones en situaciones extrañas tiene un atractivo especial que provoca emociones contradictorias. El acierto es milimétrico. Un poco más hubiera sido desagradable o repulsivo, y menos hubiera sido triste y aburrido. Incluso el póster tiene ese toque provocador. 

El genio creador, Richard O'Brien, se queda medio paso por detrás de sus protagonistas en plan de mayordomo. Obviamente nada sustituye la experiencia de ver este filme, así que, sin importar si eres pro arcoíris o liga de la decencia, dedicar hora y media a ver esta película es una recompensa que te mereces. Pero ten cuidado, no es para niños. (Ab.)

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