Trois couleurs: Blanc - Krzysztof Kieslowski (1994)
El hombre, Karol, la pasa tan mal que termina en el metro pidiendo limosna. Allí se encuentra con otro polaco, Nikolaj, que le propone volver a su país y un negocio ilícito. Por cierto, tanto en Azul como en Blanco vemos a un anciano que usa bastón, intentando introducir una botella de vidrio en contenedor de desechos para reciclaje. Supongo que lo mismo sucederá en Rojo.
Karol es un peluquero famoso, pero hará circo, maroma y teatro por amasar una fortuna. Sus aventuras económicas nos permiten observar el desarrollo de su amistad con Nikolaj y el proceso para intentar superar el duelo por su divorcio. Al inicio de la cinta, Dominique le dice que le ganará todos los juicios y que jamás la hará visitar Polonia. Así que el plan puesto en marcha usará como reto dichas advertencias.
Esto es una historia de amor. Pero no es gringa, es FRANCESA. Me hizo recordar el feo modo en que me sentía cuando niño al ver esas películas en que los amantes jamás se respondían una pregunta, todo era complicado, se lastimaban, había gritos, sombrerazos, lágrimas, traición y sufrimiento. No lo entendía y todavía me cuesta trabajo. Esa idea del amor no es la mía.
Mientras seguimos a Karol tenemos la oportunidad de recordar lo bonito de un mundo sin computadoras y sin controles excesivos. Viajar en avión era, y debería seguir siendo, como tomar un autobús. Los documentos valían, la gente confiaba en el papel. Hoy todo debe checarse catorce veces porque puede ser falso. Ahora, para saber si eres tú, necesito examinar tu ADN y me queda una ligera duda de si serás un clon.
La mejor secuencia es cuando Karol dispara su pistola. Hay algo muy bello en encontrar el sentido de la vida cuando has pensado que nada importa. La cinta es para ver con calma y disfrutar. Pero si eres muy meloso, mejor mira otra cosa. La justicia duele. (Ab.)
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