Fatman - Eshom Nelms & Ian Nelms (2020)
MATAR A SANTA está en Netflix y es una cinta muy extraña que se siente literaria. Santa Claus, interpretado por Mel Gibson, se llama Chris y vive en Canadá con su mujer Ruth (Marianne Jean-Baptiste) que pasa el día haciendo galletas. Ellos administran el taller de juguetes en que trabajan los ¿duendes? ¿elfos? y tienen un contrato con el gobierno gringo. Se supone que Santa y sus visitas navideñas son una especie de brújula moral para chamacos. Pero el mundo se está yendo al carajo y los niños ahora disparan al trineo, así que con esos resultados tan malos, los gringos le quitan presupuesto y le ofrecen otro contrato para fabricar armas. Chris tiene que elegir entre cerrar el taller o aceptar el trato. Mientras tanto, un mocoso mafioso que recibe carbón decide contratar a su matón de confianza para eliminar al gordo. El asesino es un loquito que colecciona artículos fabricados en el taller de Santa y que siente resentimiento con el dueño de la Navidad porque no recibió regalo jamás. La cinta toma el riesgo de nunca mostrar a Santa vestido con su tradicional traje y los renos sólo aparecen en el establo.
A pesar de que todo suena divertido en papel. En la pantalla, resulta una píldora muy difícil de tragar que Santa requiera dólares y esté sujeto al control del gobierno gringo. Santa debe ser pura bondad y generosidad, pero resulta que responde al "plata o plomo" del ejército. Además, a pesar del buen humor de los duendes, es evidente que son explotados como esclavos. Este filme no pudo establecer los límites lógicos entre la realidad y la magia.
Chris es fuerte, sabe pelear y se alimenta de galletas. Pero se parece más a Rambo que a Santa. Su contrato no es para armar coches, teléfonos o computadoras, fabrica armas y el ejército lo amenaza sin pudor. Él afirma que es un trato de una sola vez, pero los hombres de negro responden confiados que, si se resiste, terminará aceptando una oferta por menos dinero.
Parece que la magia sirve para conocer a cada persona por su nombre, saber de memoria su vida y repartir todos los juguetes en una sola noche, pero no para obtener dinero. Santa incluso considera dar licencias para el uso de su imagen, pero no lo hace. ¿No sabe Santa que Facebook comercia información privada? Si no le parece ético, podrían obtener ganancias con las deliciosas galletas de Ruth. Los toques de realismo hacen corto circuito con la magia.
A pesar de las buenas actuaciones de Mel Gibson y Walton Goggins, a pesar de las buenas ideas, la cinta se queda corta y termina hundiéndose cuando Santa se convierte en un tipo que intimida niños. Pudo ser más, pero no convence. ¿Ya la viste? ¿Qué opinas? (Ab.)
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