Requiem for a Dream - Darren Aronofsky (2000)

Requiem por un sueño está en Netflix. Esta película es salvaje. La primera vez que la ví me impresionó tanto que no la entendí del todo. Para colmo, el refrigerador se convirtió en parte de mis pesadillas y la música me persiguió por días. Compré el DVD y no recuerdo haberlo visto más de una vez, supongo que resolví mis dudas y la guardé. A principios de este año alguien mencionó el título y tuve ganas de verla. Busqué mi copia, pero el nuevo reproductor resultó incompatible con el disco y me quedé con las ganas. Cuando la descubrí en el catálogo de Netflix, sentí una comezón extraña que me obligo a verla. Dieciocho años han pasado y aunque ahora me parece más accesible, la sensación perturbadora es casi igual de fuerte que cuando la ví por vez primera. Al efecto de redescubrirla, hoy se suma la sorpresa de ver jóvenes a Jared Leto, Jennifer Connelly, Marlon Wayans y Mark Margolis. A los dos primeros los recordaba en peor estado, quizá el recuerdo de sus rostros fue afectado por el tono de la película. A los dos últimos ni siquiera los recordaba en esta cinta. A Marlon lo relaciono con comedias como Scary Movie (2000) o White Chicks (2004) y a Mark con su personaje de Héctor Salamanca en Breaking Bad.
La historia es simple, la pareja de Harry y Marion, y su amigo  Tyrone logran tener un verano productivo, en el que se hacen de dinero vendiendo droga, hasta que una guerra entre narcos termina con su negocio y con sus ahorros. Por otra parte, Sara, la madre de Harry, se obsesiona con asistir a la grabación de un programa de TV cuando recibe una llamada de la producción. Desea lucir un vestido rojo que ya no le queda y comienza a vigilar su peso. Decepcionada por los resultados acude con un médico especialista que le receta anfetaminas.
Los cuatro personajes entran en una espiral descendente. Aunque lo que sucede a cada uno es cruel e impresionante, la película supera a otras de trama similar, porque la fotografía y la música se meten en la piel para mostrar el estado mental de cada uno de ellos y provocar la sensación de vulnerabilidad. En otras palabras, te obliga a acompañar a los personajes.
La actuación de Ellen Burstyn ganó varios premios y estuvo nominada al Oscar y al Globo de Oro. La música de Clint Mansell es pieza fundamental, sin ella, la cinta no sería lo que es. Otro aspecto relevante es la edición, el modo en que están intercaladas las escenas y la sincronización con la música provoca un efecto acumulativo.
La película no toma una postura, en ningún momento se siente un sermón, la realidad que presenta es mostrada con crudeza. Los personajes son víctimas de sí mismos. Al final, te sentirás agradecido por llevar la vida que llevas, respirarás profundo y quizá silbes la tonada cuando estés distraído o sueñes con el refrigerador. 
Aunque la cinta es perturbadora, se disfruta mucho ver algo tan bien hecho. Si no te altera, ve al médico a checarte, hay algo mal contigo. (Ab.) Si te gusta esta reseña, por favor comparte el enlace.

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