Leto - Kirill Serebrennikov (2018)

Leto, un verano de amor y rock es un gran filme sobre el estío en que se cocinó la creación de la banda de rock Kino y un triangulo amoroso doloroso y conmovedor. Yo no sabía de la existencia de este grupo de rock y no me convertiré en su fan por haber visto la película. Lo que me llamó la atención fue ver el blanco y negro intervenido y el hecho de que retratara la vida en San Petersburgo durante los ochenta. Creo que la Unión Sovietica debió apoyar a sus rockeros en vez de intentar reprimirlos. Un rock fuerte y saludable genera muchos ingresos, turismo y buena publicidad. ¿Saben cuánta gente visita Abbey Road y cuánto dinero generan The Rolling Stones?
Para los viejitos que asistimos a ver a Café Tacuba a LUCC (La última carcajada de la cumbancha) antes de que fueran famosos, los conciertos de rock que se hacen hoy son una mala broma. Asistir a un sitio donde hay asientos numerados o a multitudinarios espacios abiertos es absurdo. Nada como un espacio pequeño y apretado, caluroso e inapropiado, sin ventilación ni villamelones, en el que se pueda hacer slam y beber una cerveza. ¿Recuerdan Rockotitlán o el Hard Rock Café?
Volviendo al filme, la cinta transmite la vibra de estar en una tocada, encerrado, sudando y sintiéndote vivo. Quizá por momentos la historia rebota en baches, pero tiene partes maravillosas. 

La película alcanza la magia en las siguientes secuencias: en la playa con la rola Leto (Verano); en el tranvía con The Passenger de Iggy Pop; y en el tren con Pyscho Killer de The Talking Heads. Hay otros momentos muy buenos, pero no de la estatura de estos tres. 
La declaración de Natalia (Natasha) a Mike (Mayk) sobre su deseo de besar a Viktor, es simplemente imposible. Ver a Mayk llorando bajo la lluvia y regalando una moneda a una mujer es un par simbólico que me arrugó el corazón. 

Mayk Vassilievitch Naumenko es el genio creador de Zoopark y por lo visto el productor que brinda el impulso para que Viktor Tsoy levante Kino. Un par de escenas muestran cómo la chispa de Mayk transforma la música de Tsoy en una bomba. 

El filme vale la pena. Tanto o más que Bohemian Rhapsody (2018) o Rocketman (2019), pero por supuesto con un estilo muy diferente. Tiene un humor desparpajado, no es tan digerible como aquellas y es mucho más generosa con sus fuentes musicales. Los nombres de Blondie, T. Rex, David Bowie, Lou Red, The Doors y The Velvet Underground vienen y van. 
El soundtrack, que ya quiero comprar,  vale la pena. No sólo del mainstream vive el hombre. Vean otro cine, escuchen otro cine prueben otra comida, aprendan otro idioma. La vida es horrible cuando se te cierra el mundo. Probar otras cosas es el secreto de la verdadera diversidad. Leto es un filme indispensable, por la simple razón de que hay cosas que muestra que nunca pasaron. (Ab.)
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