Este filme es una pesadilla sin ningún tipo de autocontrol o mesura por parte del director y de los actores. La historia se construye a gritos. En teoría es una comedia que pretende mofarse de la idiosincrasia de los argentinos, pero resulta insoportable porque todo se reduce a una caricatura. No hay un solo personaje que parezca real o que tenga un poquito de cordura. Quién termina robándose el show es el personaje que comienza siendo el más engreído y falso: Nora interpretado por Betiana Blum. El resto es un circo que habla y habla y habla sin parar y que viven con hambre. La historia es la de una mujer que ha vivido con su suegra senil por varios años y ahora sufre una crisis nerviosa porque tiene un bebé que llora y un esposo inútil. En medio de su ataque de desesperación, obliga a su marido a hablar con los hermanos para que se lleven a la señora aunque sea por quince días. Obviamente nadie quiere a la vieja en su casa y los cuñados dan excusas sin sentido. Mientras eso sucede, la anciana sale de la casa dejando sola a la bebé y visita a una vecina, quién la utiliza como nana de un chamaco mientras sale para ver a su amante. La nuera y su esposo vuelven a casa, descubren la ausencia de la vieja, se preocupan, avisan a los cuñados y se inicia una búsqueda. Aparece un cadáver en la morgue y los hermanos lo identifican como su madre. Se organiza el funeral, llega medio mundo y después de mucho rato se descubre el error.
Desconozco el contexto social de Argentina en el 85 pero supongo que al haberse liberado de la dictadura militar necesitaban reír con urgencia. Es posible que la cinta tenga algún significado que sólo los argentinos entiendan, yo reconozco no haberlo detectado, si es que lo hay.
Cada personaje responde a un estereotipo latinoamericano, son estúpidos, flojos, tontos, mentirosos o manipuladores. No hay contrapesos ni contrastes y por eso la comedia, treinta años más tarde, resulta carente de espíritu y por ratos aburrida.
Para mí fue como ver un una mala versión de la Familia Burrón. El presumido, el borracho, la rica, la cornuda, la pobre, la miserable, el macho, el atenido, la senil, el idiota. Un circo de color echado en una licuadora.
Hoy, sin el contexto, esta cinta es una suma de clichés que no llevan a ninguna parte. Las actuaciones, en específico cuando deberían sorprenderse de que la muerta está viva, son pésimas.
Si la idea es hacernos reflexionar sobre el maltrato y la poca paciencia que se tiene con los viejos, la idea se perdió en el camino. Ya dice el dicho que un padre basta para cuidar a un hijo, pero que diez hijos no son suficientes para cuidar un padre. Mucho menos si los hijos son una banda de imbéciles. Si te gusta ver la vida de barrio, esta película es para ti. Esta disponible en YouTube. (Ab.)
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