Persona - Ingmar Bergman (1966)
Compré este DVD hace más de quince días y la sola idea de verlo me causaba cansancio. Me imaginaba algo denso y triste. Prejuicios. Bergman no es bobo ni chistoso, pero siempre tiene algo que decir. La película es una bomba. Un análisis crudo sobre la mujer y sobre el ser humano. El pasto siempre es más verde del otro lado de la cerca. La actriz guarda silencio y obliga a la enfermera a hablar. Del mismo modo en que una carta cerrada obliga a abrirla. Y una carta abierta obliga a leerla. Los seres humanos somos cartas fáciles de leer. Lo que tenemos no nos satisface, nos aburre. No nos conocemos, nos da miedo conocernos, rechazamos nuestra parte animal, escondemos nuestros instintos y deseos. Vivimos fingiendo ser, cumpliendo expectativas ajenas, buscando aprobación. El silencio nos aterra, la soledad nos angustia.
Necesitamos un maldito instructivo para vivir, una muleta, un pretexto. Nos aferramos a nuestras mentiras. Queremos ser únicos y especiales. No somos más que lo que la biología ha determinado. Uno más de la especie. Intrascendentes y sustituibles con un ego que rebasa con mucho nuestra realidad.
Soñamos y actuamos en busca de reconocimiento. Cumplimos un plan diseñado por otros. La maternidad es una trampa, la reproducción el más básico de los instintos. Hacer y no hacer causa remordimientos por igual. Un hijo es una carga tan pesada como un aborto.
Todo lo que opinamos de otros es en realidad un espejo. Opinamos sobre nosotros mismos. Juzgamos sin pensar, sin entender, sin compasión, con placer malsano, porque nuestra propia existencia nos parece insoportable.
Algo así dice Bergman en Persona, o al menos eso entendí. Es una gran película. Ver los rostros de dos mujeres mirándote de frente, fundiéndose, intercambiando personalidades es al mismo tiempo placentero y perturbador. Si ya la viste, ojalá te den ganas de verla nuevamente. Si no lo has hecho, vale la pena buscarla y verla. Un trancazo. (Ab.)
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