Blade Runner 2049 - Denis Villeneuve (2017)

Si quieres hacer una segunda parte de un clásico, debes tener algo nuevo que decir. Aun cuando tuvieron 35 años para pensar en la trama de la segunda parte, no parece que hayan aprovechado ese tiempo correctamente.
La original Blade Runner (1982) planteaba preguntas trascendentes. ¿En que radica la naturaleza humana? ¿Por qué creemos tener una alma? ¿Tenemos un alma? ¿Qué es la vida? ¿Una máquina puede superar a su creador? ¿Una creación humana puede ser más valiosa que el hombre? 
Todas esas preguntas ya fueron planteadas. ¿Cuales son las nuevas preguntas que ameritan una segunda parte? No lo sé. Quizá la pregunta es: ¿cuánto dinero podemos hacer?
La trama se centra en un replicante, un robot, el blade runner, cuyo trabajo consiste en desconectar otros robots. Los recuerdos implantados le dan curiosidad y decide buscar su origen. El caso que investiga lo lleva a pensar que es un híbrido mitad humano mitad robot. Este escenario no plantea nuevas preguntas y ni siquiera parece aportar nuevos elementos. 
Dedica al menos una hora a una historia de amor absurda. El replicante tiene una relación peculiar con su juguete sexual. Como ambos cuentan con inteligencia artificial, tienen sentimientos y se enamoran. El amor necesita expresión corporal, así que deciden tener sexo a través de un tercer robot. La lógica escapa por la ventana. 
Por otra parte, la tecnología es tan genial que te permite embarazar a un robot, pero no es lo suficientemente buena para mantener un archivo. Al igual que en el IFE, se les cayó el sistema. 
La película no es clara respecto de quiénes son humanos; solo hay dos que con claridad lo son, de modo que parece que el mundo ya no nos necesita o que vivimos en otra parte. ¿Para qué quieren policía los humanos en la Tierra si ya no habitan allí? Los replicantes quieren hacer una revolución cuyo objetivo es ser libres. Según recuerdo, los robots ya eran libres desde el filme original. Rebeldes, perseguidos, pero libres.
Es cierto que la fotografía es magnífica, cada espacio cuenta con un color y una atmósfera específica. Es cierto que todo lo que refiere a tecnología parece novedoso. También es cierto que Ana de Armas y Mackenzie Davis lucen preciosas. Incluso resulta interesante la reaparición de Edward James Olmos y Harrison Ford. Pero el filme carece de fondo. No hay un nuevo discurso y la estética no basta para que una película sea buena.
Me aburrí. En los últimos cinco minutos estaba cabeceando y me quedé dormido un par de segundos. Gracias a Dios se acabó. Si hubiese durado diez minutos más no habría podido mantenerme despierto. (Ab.)

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