Saving Private Ryan - Steven Spielberg (1998)
A pesar de los pesares, Rescatando al soldado Ryan fue una película que marcó época. Hubo parodias e incluso una versión mexicana. El año pasado todo el mundo hablaba de 1917 (2019), pero esa cinta no es la mitad de emocionante y agotadora que Saving Private Ryan. Este filme resultaba una experiencia salvaje por su crudeza y su duración. El elenco era una amalgama de nombres y casi todos son o fueron famosos aunque en ese momento no lo fueran. Va la lista: Tom Hanks, Matt Damon, Ted Danson, Paul Giamatti, Tom Sizemore, Edward Burns, Barry Pepper, Giovanni Ribisi, Dennis Farina, Bryan Cranston, Jeremy Davies, Adam Goldberg y hasta Vin Diesel se coló. Además de muchísimos extras. El inicio en el día D, 6 de junio de 1944, en las playas de Normandía es brutal. El combate, aunque nunca he estado en uno, me parece hiperrealista. Pasar esos primeros minutos en la butaca ya te ponía en un estado de alerta y agotamiento. Recuerdo pensar que no tenían salida. Sabes que deben salir de allí porque de otro modo el filme terminaría, pero incluso desde la butaca del cine parece misión imposible.
La historia la sabe todo el mundo. Un capitán recibe el encargo de rescatar a un soldado cuyos hermanos han muerto en acción. Lo buscan, lo buscan y al final lo encuentran. Ryan no quiere irse. prefiere luchar. Todos se quedan a pelear por sus vidas. El sentimiento patriótico mal entendido les terminará mordiendo el trasero.
Cada actor tiene sus minutos para mostrar sus capacidades, incluso Vin Diesel muestra sus incapacidades. Mis favoritos son Ribisi (médico) y Pepper (francotirador). Aunque el mejor personaje de la cinta es el de Sizemore y el más afortunado es el de (Lucky) Burns. Mi escena favorita es cuando tumban un muro por accidente. Obviamente odié con toda mi alma a Upham y recuerdo salir muy enojado y cansado del cine. No le perdono el haberse congelado, pero tampoco entendí porque le confiaron las balas al más tarado del grupo.
La cinta es una montaña rusa, todo el recorrido es un angustioso placer salpicado de humor. Sin embargo, el inicio y el final son una babosada. No me refiero a la bandera. Me refiero a que Ryan viaja al Cementerio Estadounidense de Normandía para ver la tumba del capitán y se quiebra frente a la misma dudando de que su vida haya valido la pena. Spielberg debe pensar que todos somos idiotas.
Cualquier adulto pensante te dirá que uno no satisface a sus padres, en ocasiones, ni a uno mismo; mucho menos las tontas expectativas de un desconocido. Es una locura sentirse atado por la petición de un hombre que perdió la vida en un campo de batalla. Da un poco de pena ajena pensar que un superviviente de la segunda guerra mundial no haya podido darse cuenta de que el capitán sólo cumplió su trabajo. No hay razón para sentir gratitud o deuda. El sentimiento parece metido con calzador. Ryan hubiera podio morir antes o después y lo mismo el capitán. La buena fortuna, el karma o el azar hicieron su parte. Si además el mensaje para los gringos es que su vida debe honrar el sacrificio de quienes pelearon, me mato de risa. Esas escenas son tontas y sobran. (Ab.)
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